En un artículo escrito por John Perry para el sitio web The Gray Zone, describe lo ocurrido en Nicaragua en 2018, desentrañando todas las mentiras que se divulgaron a través de medios internacionales sobre la violencia desatada en esa época.
A continuación rescatamos algunos de los principales puntos abordados por este analista:
El fallido golpe de estado del año pasado en Nicaragua estalló cuando las protestas estudiantiles contra las reformas de la seguridad social, se convirtieron rápidamente en un intento armado de derrocar al gobierno de Daniel Ortega.
Un periodista asesinado, manifestantes golpeados y un incendio en una vivienda fueron los delitos de alto perfil que fueron inmediatamente atribuidos al gobierno.
En la Conferencia Global por la Libertad de Prensa en Londres, el 11 de julio, el Ministro de Política Nacional de Nicaragua, Paul Oquist, lanzó un ataque abrasador contra la cobertura casi uniformemente a favor de la oposición de la crisis política de su país por parte de los medios estadounidenses y británicos.
"Los hechos y la verdad no importan a los agresores en la era posterior a la verdad, solo colocan sus intereses en primer lugar, por encima de todo. Este es un nuevo nivel de libertad perversa; libertad de toda ética y de toda moralidad", expuso Oquist.
Informes dudosos sobre el incendio en el Carlos Marx
Lo peor de estos ataques ocurrió el 16 de junio del año pasado. A las 6 de la mañana, en el barrio de Managua conocido como Carlos Marx, jóvenes enmascarados arrojaron cócteles Molotov a una casa ocupada de tres pisos.
El fuego se extendió rápidamente desde la planta baja, utilizado para un negocio familiar de fabricación de colchones, hasta las salas de estar en el piso superior donde la familia estaba comenzando su día. Los vecinos se apresuraron a ayudar, pero seis personas fueron quemadas vivas, entre ellas un bebé y una niña de 2 años.
Esto podría fácilmente haber sido un golpe autoinfligido a la imagen "pacífica" que los manifestantes habían creado.
Entre los que aparecieron rápidamente, se encontraba Gonzalo Carrión, un representante del cuerpo local de “derechos humanos” llamado CENIDH. Testigos presenciales informaron que Carrión había estado presente cuando militantes de la oposición se hicieron cargo del campus de la universidad de la UNAN antes del intento de golpe de Estado, e incluso habían sido testigos de su violencia.
Sin ninguna investigación previa obvia, Carrión grabó una entrevista culpando del incendio a los partidarios del gobierno, calificándolo de "estado terrorista". Esto era, por supuesto, consistente con un patrón de información errónea por parte del CENIDH durante todo el golpe.