Opinión: «Dos palabras: Revolución Sandinista»

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A continuación se presenta una nota de opinión de Miguel López, profesor universitario encargado de los Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Jyväskylä, Finlandia y vicepresidente del Partido Comunista de Finlandia.

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Texto íntegro:

En la vida de una persona siempre hay eventos, situaciones, momentos -quizás una palabra, una imagen, un llanto o una sonrisa- que marcan imborrablemente lo que va a ser el transcurso ulterior de esa vida.

Hace 40 años en esta tierra bendecida por la naturaleza, en esta tierra llena de mujeres y hombres de alma pura se sucede lo que este 2019 celebramos: la Revolución Sandinista. El 19 de julio de 1979 las fuerzas guerrilleras del FSLN abrazadas por el clamor popular entran en Managua y dan el golpe final a la infame dictadura de aquel traidor y asesino cuyo nombre y apellido me niego a escribir: ¡no ensucio mis palabras con tal vil personaje! Pero, no fue solo una victoria nicaragüense, pues al mismo tiempo ese día se subliman de esperanza millones de personas amantes de la soberanía del pueblo, de la solidaridad internacional y de la liberación del yugo opresor de esa aberración histórica que son los Estados Unidos, a los que, con el permiso de los y las lectoras, despectivamente llamo “usanos”.

Ese mes de julio mi trayecto vital me ubicaba en Suecia, en Gotemburgo. Allá tuve mi primer baño de política internacional gracias a la amistad de aquellos chilenos y chilenas que se habían visto obligados a dejar su amado Chile, asediado por la maldad usana, para refugiarse en el frío y en la amabilidad escandinava. Fue junto a varios de ellos que recibí la noticia de la victoria sandinista.

Ese día fue el de mi bautismo político, ese día pervive en mí como el ejemplo práctico de que sí se puede derrotar al imperialismo y a sus cómplices que tratan como mercancía a nuestro pueblo latinoamericano.

No son pocos quienes dieron su vida en la batalla por la liberación de nuestros pueblos. Ahí está el ejemplo de Bolívar, Fidel, el Ché, las hermanas Mirabal, Chávez, La Pola, Zapata y Villa y tantos y tantas más. Sin embargo, es a Augusto César Sandino a quien llevo como ejemplo en todas mis modestas actividades políticas. Y aquella Revolución, que sorprendió a tantos, ya que se realizó en el marco de un mundo de Guerra Fría y de inusitada violencia política, económica y social, lleva en sus entrañas en cada letra de su nombre la inspiración, el ejemplo y la bondad de Sandino.

Con el transcurso de los años las revoluciones sufren altibajos. Y es que una revolución no es un ente aparte de la idiosincrasia humana y de los avatares de la vida. Así, hay momentos en que se dispersa en su alegría, se ensalza en sus logros y se despista en sus rutinas. Momentos en que sus cimientos son infiltrados por usanos, por traidores ambiciosos o por organizaciones disfrazadas de buena voluntad. 

Y si esos momentos coinciden con unos liderazgos apoltronados, bien en su egoísmo o bien en su ceguera, puede debilitarse la revolución. Y así nuestra Revolución Sandinista ha tenido sus noches y sus días, sus lunas y sus soles, sus sombras y sus luces, pero ¡he aquí su grandeza! ha sabido enderezar su rumbo, despertar de cualquier posible ensueño traidor y expeler de su ser los ataques del imperialista exterior y del reaccionario interior.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Puede ser. Aún así, sé que cada palabra contiene otras palabras y de ahí el vocablo -como el Verbo místico y sagrado- lleva en sus letras la historia e intrahistoria de todo lo posible y lo imposible, de todo lo que fue. Pero, esa combinación de letras hechas palabras es también futurible y así no solo son lo que fue, sino que son lo que será.

Los vocablos se unen a otros vocablos, se mestizan y se multiplican en su pasado, en su presente y en su futuro. Por ello, envuelto en la pasión que en mí despierta el 19 de Julio (¡ahora sí con mayúsculas!) siento los infinitos significados de esas dos palabras que son revolución y sandinista. Ahí están las luchas del pasado, el presente firme y valiente y el futuro brillante y encantadoramente humano de mi amada Nicaragua y de mi patria América Latina en lo que fue, es y será por siempre la Revolución Sandinista.

¡Viva Nicaragua libre!
¡Viva América Latina libre!
¡Viva Sandino!

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