Reflexión: El día de los difuntos en Nicaragua

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En el mundo de la religión católica el día 2 de noviembre, es el día de los difuntos, conocido también como el día de los muertos; en las comarcas y pueblitos se le conoce como el día de finados.

El motivo principal es ir al camposanto a orar por sus seres queridos que han terminado su vida terrenal y han pasado a otro plano de vida, también pintan las tumbas, limpian las bóvedas, llevan flores frescas, algunos sepulcros lo decoran con murales, en algún momento un miembro de la familia contrata a un músico o trío para que cante las canciones preferidas del difunto.

Nuestros antepasados, en la época precolombina, le ofrecían cultos a sus muertos, la reverencia aborigen alojaba un carácter mágico, con las ofrendas florales, las comidas tradicionales derivadas del maíz, las bebidas y atoles. Vertían la primera ración de comida y bebida sobre la tierra y el resto la consumían, creando de esa forma un vínculo sagrado con sus deudos, esta costumbre la habían heredado de los aztecas.

En el territorio mesoamericano, de México hasta el Golfo de Nicoya, este ritual de duelo se transformó con la Conquista de los españoles con elementos de indigenismo y católicos en un sincretismo real, resultando en algunos casos una celebración original en el día de los muertos y diferentes de las otras naciones católicas. 

Aunque fue el Papa Gregorio IV que estableció el día de los difuntos en el siglo IX, escogiendo el 2 de noviembre para la conmemoración religiosa, los aborígenes ya guardaban el noveno mes para sus muertos.
 

El indígena consideraba que el morir era como dormirse en un sueño profundo, o sea pasaba de un estado de vida a otro, iba a otro mundo y le alistaban sus instrumentos útiles para usarlos en el otro recinto, sus cerámicas, sus flechas, granos de maíz, piedras de jade, oro obsidiana y collares.

Cuando el ser querido ya estaba en huesos, lo sacaban y limpiaban el polvo para depositarlos en una urna funeraria de barro en forma de vientre materno, al cual significativamente retornaban. Esta práctica se efectuaba en varios países del nuevo mundo, Ecuador, Perú, Mesoamérica, Bolivia.

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En algunos sitios de la Isla de Ometepe, en la Isla Zapatera y zonas de los Dirianes se han encontrado urnas funerarias conteniendo los huesos y cráneo del finado acompañado por piezas de oro y piedras preciosas que pertenecieron al personaje enterrado. 

Cuando la Conquista española se consolidó en Nicaragua, esta costumbre funeraria indígena cambia radicalmente, la religión católica impone su culto propio y destruye la visión mítica de nuestros nativos y sus muertos; los sacerdotes españoles trajeron entre sus recursos para dominar y cambiar las tradiciones indígenas: el infierno, el diablo, los pecados, el temor de vivir fuera de la gracia y el día de los difuntos se convirtió en un día triste, de meditación, de silencio religioso y hasta se impuso el luto completo con el color negro permanente y en otras ocasiones se asignó el medio luto, con el color negro y blanco en el vestir.

En Nicaragua, actualmente la conmemoración tiene por regla visitar las tumbas de sus familiares fallecidos y llevarles flores, también pueden hacer arreglos a la tumba. 

En algunos pueblos los familiares del muerto mantienen una tradición de elaborar un altar en el aposento adornado con velas encendidas, le colocan figuras o estampas religiosas como el Corazón de Jesús, con flores frescas y en algunos casos hasta la foto del finado. Estos altares tienen carácter permanente.

Tradiciones en Nicaragua 

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En La Paz Centro, León, este día los familiares llegan desde temprano al cementerio, pasando todo el día, limpian las tumbas, las pintan, llevan sus comidas y por último las dejan adornadas con flores de disciplinas heliotropos, albahaca, lirios y sacuanjoches. Ya cayendo la tarde llega un sacerdote y rezan oraciones (responso).

En Palxila, un pueblo matagalpino, existe esa misma tradición pero con características indígenas, el familiar lleva la comida ancestral conocida como marol, decoran las tumbas con flores de margarita, jazmín y hacen trenzas de la flor de sacuanjoche; luego le hablan al muerto y se ponen a platicar. Es un monólogo, en voz baja, al final almuerzan a la orilla de la tumba la comida típica marol, derivada del maíz. Es común en los velorios en el norte de nuestro país.

En Chinandega, existe la tradición de elaborar una alfombra de aserrín con figuras religiosas y florales para dejársela en la tumba del fallecido. En León, tanto en Sutiaba como en el cementerio de Guadalupe es característico a la entrada del cementerio la venta de los buñuelos de viento y piedra, los buñuelos de piedra son más grandes y más compactos y los buñuelos de aire son suaves y pequeños en proporción al otro, también llevan bebidas como el tibio y café.

En el barrio de Monimbó, Masaya, empiezan el ritual desde las cuatro de la mañana, con veladoras encendidas, rezos, un vaso de agua servido en la mesa para el alma sedienta del fallecido, que se cree que llega a la casa para acompañarlo ese día especial de espiritualidad.

Al camposanto asisten con chocolate caliente, rosquillas, tibio con pelotas, bollo, café y pan. Las flores que se destacan son las sartas de sacuanjoche, la reseda, corozo de coyol, chivito blanco y teñido, virrey, espadillo, velillo, preñadita, narcisos, lirios, Jilinjoche, veraneras, albahaca, mayito, patita de paloma y coludos.

En el municipio de Diría, Granada, existe la costumbre de dar entre los vecinos el atol de ánimas en todo el mes de octubre hasta culminar el 2 de noviembre en el cementerio municipal; el propio día de los difuntos los pobladores de Diriá arreglan la calle del cementerio, regalan tamales pizques a los visitantes y por supuesto también dan el atol de ánimas; hecho de maíz pujagua. Es una tradición antigua. Este ritual tiene carácter indígena y es único en Nicaragua.

Por otro lado en los municipios de Carazo, en el día de los difuntos ofrecen chilate, una bebida típica que tiene uso ceremonial en las velas, la reparten en Santa Teresa, Diriamba, Jinotepe, La Conquista, etc.

En Masatepe existe la tradición de adornar las tumbas con la Rosa Poma en sus tres colores, amarillo, lila y blanco, usan una palmerita conocida como Esau, con ella hacen canastitos que llevan adornos a las tumbas.

Camposantos históricos 

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Existen en Nicaragua varios camposantos históricos, en realidad son un monumento de la historia de Nicaragua y por lo tanto pertenecen al Patrimonio Nacional tangible, también en esos lugares se hace sentir el día de los difuntos con flores y rezos. En el cementerio Héroes y Mártires de Estelí, en el cementerio de Los Extranjeros en Matagalpa, en el cementerio General de Managua se encuentra el cementerio Judío; en San Juan del Norte o San Juan de Nicaragua, existen cuatro cementerios que fueron declarados Patrimonio Histórico de la Nación, son los siguientes: Sabine, Británico, Católico y Masón. 

En este tiempo el simbolismo en el día de los difuntos viene revivir las costumbres y tradiciones de antaño, con flores, con música, con comida, con bebida y con oraciones.

El buen Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, a través de las Alcaldías cuida y conserva el ornato en los cementerios, las autoridades policiales colaboran con el orden y protección a los visitantes que dan un gusto al espíritu que se supone vuelve a la tierra para estar con sus familiares en ese día especial: El día de los difuntos recordado con amor y tradición.