Estados Unidos hizo explícito por primera vez este jueves que su prioridad ya no es sacar al presidente Bashar al Asad del poder para buscar una solución a la guerra civil en Siria.
"Escogemos nuestras batallas", afirmó la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley. "Y cuando vemos esto (la situación en Siria) se trata de cambiar las prioridades y nuestra prioridad ya no es enfocarnos en sacar a Asad".
Haley dijo que Washington se centrará en trabajar con potencias como Turquía y Rusia para buscar una solución política.
"Nuestra prioridad es realmente ver cómo hacer bien las cosas (y) con quién tenemos que trabajar para realmente ayudar al pueblo de Siria", explicó.
Poco antes de estas declaraciones de Haley a un pequeño grupo de periodistas, el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, había enviado un mensaje similar desde Ankara.
"A largo plazo, la suerte del presidente Asad será decidida por el pueblo sirio", declaró Tillerson en una rueda de prensa conjunta con su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu.
La oposición siria, necesaria para cualquier solución negociada, reaccionó con enojo al cambio de postura de Estados Unidos.
"La oposición no aceptará nunca que Bashar al Asad tenga un rol en algún momento (…), nuestra posición no va a cambiar", declaró a los medios Monzer Makhos, uno de los portavoces del Alto Comité de Negociaciones (HCN), que reúne a los grupos clave de la oposición siria.
Hasta ahora, el gobierno de Donald Trump había dado señales ambiguas sobre su implicación en los esfuerzos diplomáticos para tratar de resolver una guerra que ya ha dejado más de 320.000 muertos.
El conflicto, que acaba de entrar en su séptimo año, también ha provocado la huida de más de cinco millones de personas de Siria, según nuevas cifras publicadas este jueves por la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR).
La oposición reclama la salida de Asad, en la misma línea mantenida por el anterior gobierno de Barack Obama durante mucho tiempo, antes de moderar su postura y dejar de hacer llamamientos directos en este sentido.
Trump ha puesto el acento en derrotar al grupo Estado Islámico, y la referencia de Tillerson de este jueves al pueblo sirio refleja un lenguaje muy usado por Rusia, aliado de Asad.
Según Joseph Bahout, del Carnegie Endowment for International Peace de Washington, las declaraciones de Tillerson y Haley parecen no descartar una idea rusa de que Asad pueda presentarse a la reelección en 2020.
Las milicias de la discordia
Tillerson, el responsable estadounidense de mayor rango que viaja a Turquía desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, se reunió con el presidente Recep Tayyip Erdogan y su primer ministro, Binali Yildirim, en un encuentro centrado fundamentalmente en la situación en Siria.
Fuentes de la presidencia turca indicaron que Erdogan insistió en la necesidad de "cooperar con actores convenientes y legítimos en la lucha contra el terrorismo".
Turquía denuncia con frecuencia el apoyo que brinda Estados Unidos a las milicias kurdas de las Unidades de Protección Popular (YPG), que luchan contra el Estado Islámico (EI) en Siria, a las que Washington ve cómo la fuerza más preparada en el combate contra los yihadistas.
Pero Ankara, que apoya a otros grupos armados reunidos en el Ejército Sirio Libre, las considera como un grupo terrorista relacionado con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Durante la rueda de prensa, Tillerson esquivó varias preguntas al respecto y, calificando a Turquía de "socio clave" en la batalla contra el EI, afirmó que ambos países comparten el mismo objetivo: "vencer al EI".
Erdogan, por su parte, asegura que quiere trabajar con sus aliados para retomar Raqa, la capital 'de facto' del EL, pero sin las milicias kurdas.
"No es realista trabajar junto a un grupo terrorista luchando al mismo tiempo contra otro", declaró Cavusoglu. Ankara espera una "mejor cooperación" con la administración Trump en lo relativo a las milicias.
"Hoy barajamos las diferentes opciones que se presentan y, para ser franco, se trata de opciones difíciles", admitió Tillerson.
Ankara anunció el miércoles por la noche el fin de su campaña "Escudo del Éufrates", sin especificar si las tropas turcas se retirarán del territorio sirio.
En esa operación, los rebeldes sirios respaldados por Turquía arrebataron varias localidades a los yihadistas, incluidas Jarablos, Al Rai, Dabiq y Al Bab, donde el ejército turco sufrió muchas bajas.
Al Bab, situada a 25 kilómetros al sur de la frontera turca, era el último bastión de los yihadistas en la provincia de Alepo, en el norte de Siria.