El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la canciller alemana, Angela Merkel, protagonizaron este viernes una gélida reunión en la Casa Blanca, dejando al descubierto sus diferencias en temas centrales, como migración y comercio internacional.
El helado ambiente entre los dos dirigentes quedó brutalmente en evidencia cuando los dos posaban para fotógrafos y camarógrafos en el Salón Oval y Trump evitó el protocolar estrechón de manos.
Ante el insistente grito de los fotógrafos por el gesto, Merkel preguntó a Trump si quería que los dos se dieran la mano, pero el presidente estadounidense ni siquiera respondió.
Ambos líderes ofrecieron una conferencia de prensa conjunta en la que el grueso de las preguntas se dirigió a Trump, ya sea por su polémica propuesta de reforma del sistema de salud o su aún más polémica denuncia contra Barack Obama por supuesto espionaje.
Al ser consultado sobre su denuncia de haber sido espiado por Obama durante la campaña electoral, Trump bromeó que él y Merkel tenían "una cosa en común", ya que las comunicaciones de la dirigente alemana fueron interceptadas por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Merkel no se rió de la broma.
En la entrevista, Trump se manifestó en favor de un intercambio comercial justo y recíproco, y rechazó que pueda ser visto como un "aislacionista".
"No soy aislacionista"
Ante una pregunta formulada a Merkel en la rueda de prensa, sobre los efectos de las políticas "aislacionistas" de la Casa Blanca, Trump intervino para negar esa visión y decir que es favorable a un comercio "justo".
"No creo en políticas aislacionistas. Creo que una política comercial debe ser justa. Y Estados Unidos ha sido tratado de forma muy, muy injusta por varios países y eso debe terminarse. Pero no soy un aislacionista", dijo.
El presidente estadounidense dijo que defiende "un comercio libre, pero nuestro comercio libre nos ha conducido a un montón de cosas malas", como un pesado déficit comercial y la "acumulación de deudas".
La administración de Trump ha acusado a Alemania de valerse de un subvalorado euro para sacar ventajas exportadoras y tener un abultado superávit comercial con Estados Unidos.
Por su parte, Merkel dijo que en su visión un intercambio comercial "es justo cuando las dos partes ganan. Y ese es el espíritu que debe guiar las negociaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea".
Para Merkel, "la globalización debe ser definida con una mente abierta". La jefa del gobierno alemán dijo que el "éxito de Alemania" está directamente relacionado con su pertenencia a la Unión Europea.
El mandatario estadounidense ya había definido como "maravillosa" la decisión británica de salir de la Unión Europea, una visión que contrasta claramente con la de Merkel.
En otro asunto espinoso, Trump también dijo que en su conversación con Merkel había reafirmado el compromiso de la Washington con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pero pidió que los países del bloque "paguen lo que deben" a Estados Unidos y actualicen sus aportes financieros a la alianza militar.
"Que paguen lo que deben"
"Le he reiterado a la canciller Merkel mi fuerte apoyo a la OTAN y también la necesidad de que nuestros aliados paguen su parte por los costos de la defensa", dijo Trump.
El mandatario añadió que "muchas naciones deben enormes sumas por años y eso es injusto para Estados Unidos. Esas naciones deben pagar lo que deben", dijo Trump.
En otro momento de la delicada conferencia de prensa, Trump hizo una referencia directa a un asunto sensible para Alemania -país que recibe miles de inmigrantes y refugiados- al relacionar a la migración y la seguridad nacional.
Para Trump "la inmigración es un privilegio. No un derecho. Y la seguridad de nuestros ciudadanos debe siempre ser puesta en primer lugar. No hay dudas de eso", expresó el mandatario, cuyo más reciente decreto anti inmigración fue bloqueado por la justicia.
Este encuentro estaba originalmente previsto para el martes, pero una tormenta de nieve que azotaba el este de Estados Unidos obligó a postergarlo.
La rigidez del encuentro contrastó con las expectativas, aunque moderadas, sembradas días antes a ambos lados del Atlántico.
Al acercarse esta cita, la administración estadounidense había destacado la fortaleza de la relación con Alemania y la intención de Trump de aprovechar la experiencia de la canciller, en particular en el tema ucraniano y en la forma de abordar al presidente ruso, Vladimir Putin.
Un alto funcionario de la Casa Blanca había anticipado un "encuentro cordial y muy positivo". La canciller viaja con "la mente abierta", había dicho por su parte un responsable gubernamental alemán. "Siempre es mejor hablar juntos que hablar uno del otro".