Stephen Sefton, Tortilla con Sal, 24 de octubre de 2021
Desde al menos el comienzo del siglo XXI, si no antes, han surgido dos tendencias globales muy claras. En primer lugar, el aumento de la agresión norteamericana y europea en el extranjero ha ido acompañado de un aumento de la represión económica y política interna en los propios Estados Unidos y sus países aliados. En los últimos dos años esta represión interna ha alcanzado niveles extremas no experimentados por la mayoría de las poblaciones occidentales en más de 70 años.
En segundo lugar, a pesar de la aparente desaparición de la globalización económica liderada por Occidente, la influencia de los intereses corporativos norteamericanas y europeas, bajo diversas formas, ha cooptado la formulación de políticas y la gobernanza internacionales, como han informado detalladamente durante muchos años escritores como Cory Morningstar y Iain Davis.
En el contexto de estas y otras tendencias, la decidida defensa de la soberanía nacional de Nicaragua y sus exitosas políticas económicas, sociales y medioambientales han convertido a este pequeño país de unos siete millones de habitantes en el objetivo de la agresión de Estados Unidos y sus países aliados. A punto de celebrar sus elecciones generales el próximo 7 de noviembre, actualmente Nicaragua es el país de América Latina y el Caribe más atacado por los gobiernos occidentales, sus medios de comunicación corporativos y alternativos y sus ONG internacionales, por las siguientes razones:
•Su sistema de salud ha sido uno de los más exitosos del mundo al abordar el COVID-19 sin restricciones económicas y sin cerrar escuelas
•Es entre los diez países del mundo con mayor igualdad de género
•Su modelo de autonomía regional para los pueblos indígenas y afrodescendientes del país es el más progresista y avanzado del hemisferio
•Desempeña un papel destacado en la crítica a los países ricos en los debates internacionales sobre políticas medioambientales globales
•Su sistema educativo es uno de los más innovadores y progresistas de América Latina y el Caribe
•Su sistema de salud pública es el más amplio y moderno de Centroamérica, con 21 nuevos hospitales, 46 hospitales remodelados y modernizado junto con 1.259 puestos de salud, 192 centros de salud y 178 albergues para mujeres embarazadas
•Su infraestructura vial está entre las mejores de América Latina y el Caribe es uno de los países más seguros de todas las Américas
•Es el país de la región que mejor combate el narcotráfico y el crimen organizado
•Su economía es una de las más exitosas de la región porque es también la más estructurada socialmente de forma democrática y prácticamente autosuficiente en la producción de alimentos
•Goza de excelentes relaciones diplomáticas con el mayor número de naciones del mundo mayoritario que cualquier otro país de la región
Todos estos logros del gobierno y el pueblo de Nicaragua se basan en el histórico programa revolucionario de 1969 del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Contrasta fuertemente con los respectivos fracasos políticos de los países de la región aliados de Estados Unidos y Europa. Estos incluyen no sólo a todos los vecinos centroamericanos de Nicaragua, sino incluso a países mucho más grandes y supuestamente más desarrollados como Chile y Colombia. Este hecho incontrovertible se suprime sistemáticamente porque es vergonzosamente inconveniente para las y los dirigentes de la configuración fascista del poder corporativo y estatal que ahora domina Norteamérica y Europa.
Así que Nicaragua es objeto de informes falsos por parte de los medios de comunicación y las ONG occidentales, que tachan a su gobierno de antidemocrático, corrupto e incompetente, cuando la verdad es precisamente lo contrario. Este tipo de falsa campaña mediática es muy similar en los casos de Cuba, Bolivia y Venezuela. Los gobiernos occidentales y sus aliados han atacado con éxito a los pueblos de esos tres países, haciendo retroceder su desarrollo social y económico por diversos medios, como la agresión militar y el sabotaje, todo tipo de agresión económica, así como la intervención directa en la política interna. Con muy pocas excepciones, los medios de comunicación corporativos y alternativos y las ONG occidentales apoyan y promueven esta perversa criminalidad.
Informan acríticamente de que sus gobiernos pretenden promover la libertad y la democracia para los pueblos cuyas vidas de hecho destruyen. En el caso de Nicaragua, tras el fallido intento de cambio de régimen en 2018, los intereses corporativos dueños de los gobiernos de Estados Unidos y sus aliados han intensificado la agresión económica, así como la guerra psicológica impulsada por la diplomacia, los medios de comunicación y las ONG contra el pueblo de Nicaragua. Quieren destruir las perspectivas del país de continuar con un desarrollo social y económico exitoso, al igual que han intentado hacer con los pueblos de Bolivia, Cuba y Venezuela.
Aun así, todo indica que el pueblo nicaragüense votará masivamente el 7 de noviembre en apoyo al gobierno sandinista de su país. Lo harán porque sus vidas han cambiado radicalmente a mejor en todos los ámbitos de la vida nacional en los últimos 14 años desde que el presidente Ortega asumió el poder en enero de 2007. La gente de todo el mundo debería defender el desafío de Nicaragua a la tiranía cada vez más represiva de las élites occidentales porque al hacerlo estarán defendiendo su propio derecho a la autonomía soberana y a la independencia.