Mi comentario al artículo de Sergio Ramírez “Mujeres para la historia” (21 de Junio de 2021)
Creo que es el momento de aclarar uno de los aspectos que más inciden negativamente en la Revolución Sandinista. Lo hago destacando el significado político que el renombrado Sergio Ramírez atribuye al Sandinismo, en el artículo que cito, en contraposición a su real significado histórico. Y que yo subrayó en artículo mío que también adjunto.
Sergio Ramírez, que fue vicepresidente (1985-1990) con Daniel Ortega de presidente, que en el 1995 funda el Movimiento de Renovación Sandinista y que posteriormente establece alianza con UNAMOS, escribe en este artículo que la lucha actual, protagonizada por un buen número de mujeres jóvenes “es una forma de lucha la que la resistencia actual contra Ortega se hace, sin armas, lejos de la forma histórica en que, durante un siglo, se ha venido haciendo en Nicaragua. En ella, los cambios se hacían a través de guerras de un caudillo contra otro y donde el caudillo vencedor volvía a entronizar una nueva dictadura.
O sea, que las luchas de Sandino en Nicaragua y de los demás héroes patriotas no fueron para repeler la invasión y agresión permanente de Estados Unidos, sino una guerra interna de ciudadanos nicas entre sí.
“La vía abierta por estas mujeres trataría de romper un eterno círculo vicioso que ha convertido a Nicaragua en una democracia fallida, incapaz de instituciones que eviten poner arriba manos y voluntades omnímodas que solo saben dictar capturas, torturas, muerte, exilio.”
¿Quién es este Sergio Ramírez y cómo pudo ser considerado “sandinista”? o ¿está ahí la raíz que explica por qué no menciona ni una sola vez el papel determinante de la intervención yanqui, sin la que no habría existido la lucha de Sandino y de cuantos le siguieron? ¿O es que la agresión de la política yanqui ocurrió en otro país y no en Nicaragua?
El pasado de Nicaragua fue el que ha sido y no se puede olvidar, un pasado que se ha prolongado hasta el Gobierno Sandinista actual que, finalmente, pudo enarbolar con orgullo y admiración universal la reconquista de la soberanía nacional de Nicaragua, frente al imperio más poderoso de la tierra. ¿O es que la invasión y agresión yanqui, que no ha cejado ni un instante, en toda América Latina es el invento de un mal sueño?
Es imposible concordar este modo de pensar con lo que en realidad ha sido la historia heroica de un pueblo y que, me resulta imprescindible volver a recordar, porque no hay presente que pueda explicarse sin el pasado.
Nicaragua, una prueba que no falla
Hoy se cumplen siete años de la llegada al poder en Managua de los Sandinistas. Siete años en los que el acoso desde múltiples frentes a la revolución nicaragüense ha mantenido a esta pequeña república centroamericana en el centro de la atención mundial. El autor de este artículo sale en defensa apasionada de los logros alcanzados en el proceso de la revolución sandinista y lanza una clara advertencia a aquellos que exigen demasiado a un país tan pequeño como Nicaragua y tan poco a su enemigo del Norte, Estados Unidos.
Son ya siete los años que cumple la revolución sandinista. Los nicaragüenses, con su peculiar sentido poético, llaman a su revolución la chavala y dirán: «Está cumpliendo siete años“. (La revolución es todavía frágil y tierna, como una chavalita, y como a tal hay que quererla, cuidarla y defenderIa.) Y casi siete son los años también en que Nicaragua se ha convertido en noticia mundial y, sobre todo, polémica. Siete años con la noticia a cuestas y Nicaragua está en la mirilla de la adhesión y de la sospecha, del amor y del odio. Unos a favor y otros en contra, y otros en el centro, al parecer en la perplejidad, como si nada estuviera claro, como si nada fuera definitivo, como si la razón anduviera a ratos con unos y a ratos con otros.
Pero ésa es, creo yo, la apariencia y no la realidad profunda.
Puede existir un público perplejo que, ante tanta noticia dispar, se pregunte, entre receloso y escamado: ¿Pero qué pasa en Nicaragua? ¿Cuâl es la verdad? Y ese publico sincero, no predispuesto ni fanatizado, tiene derecho a una respuesta. Y seria hermoso y lógico que la tuviera. Pero no se la van a dar. Ni él, por más que quiera, la va a lograr, porque la información está ya secuestrada, es decir, en manos del poder. Y el poder acta conforme a los dictados del poder y no de la verdad. Lo de Nicaragua no es un juego, un pasatiempo de políticos que se turnan en. el poder, un cambio cacareado y luego no cumplido. Es una revolución. Y eso esta claro, demasiado claro, para unos y para otros.
El imperio americano
Y una revolución divide y enfrenta siempre, porque trastrueca el orden establecido, es decir, despoja, hiere, quita privilegios, fortunas, nivela, levanta a los oprimidos y establece nuevos sujetos de la vida y de la historia. Y esto no deja a nadie indiferente. En Nicaragua no andan indiferentes el imperio norteamericano, los latifundistas, los guardias ex somocistas, la burguesía, pues la revolucion los ha privado de sus privilegios y poder. Ni andan indiferentes los indios y campesinos, los trabajadores la gran mayoría a quienes la revolucion les ha proporcionado una dignidad, libertad y participación que ante quienes pretenden un orden con ricos y pobres, dominadores y dominados, o no.
Y la jerarquía eclesiástica, nicaragüense o no, es ahi donde rompe también su indiferencia: o se pone de parte de los ricos y poderosos, o de parte de los pobres y oprimidos. Todo Io demâs es hojarasca pretexto o mentira. EE UU y sus servidores han dejado bien al descubierto qué es lo que entienden ellos por razón y derecho: sus intereses. Y sus intereses los revisten o disfrazan de Dios, de religión, de democracia, de derechos humanos, de libertad y progreso.
No otra es, para mi, la magia que inclina a estar a favor o en contra de Nicaragua. Nicaragua es un punto cósmico, un test universal que desvela por dónde y a través de quién pasa la revolucion o la contrarrevolución.
Y esa inclinación está tomada ya por un sinfín de factores secretos. Y cuando la inclinación está tomada, sobran todos los argumentos del contrario: nada vale, nada interesa, nada convence, nada es verdad. Solo se comprende aquello que se ama.
Es el caso de Io que hace unos dias vimos en la televisión, en el programa Jueues a/ue es. Allí el señor Rupérez intervino para hablar sobre la revolucion nicaragüense. El señor Rupérez sabe muchas cosas acerca de la revolucion nicaragüense. Sabe que esta revolucion tiene delante, como enemigo primero, al imperio más fuerte de la Tierra. Sabe que este imperio la golpea ilegal e inmoralmente por todos los medios posibles. Sabe que to que este imperio ha entregado oficialmente en estos cinco años en ayuda a la contra suma más de 205 millones de dólares. Y sabe que son centenares y centenares los ataques e incursiones que ha realizado contra Nicaragua desde Honduras y Costa Rica. Y sabe los innumerables daños físicos y las innumerables pérdidas en producción que esta agresión ha supuesto para Nicaragua.
Pues bien, el señor Rupérez, a la hora de hacer balance de la revolucion, todo esto lo omite y lo silencia. No provoca en él la menor indignación. Ni un solo reparo. Y pretende impresionar a los telespectadores actuando en la conversación con un tono y lenguaje pretendidamente mesurado, imparcial, inmaculado y trascendental casi. Entre las cosas que él vio en Nicaragua y no le parecieron «demasiado bien» no descubrir nada de esto.
El señor Rupérez sabe que esta revolucion ha hecho, a pesar de sus errores y fallos, cosas maravillosas. Sabe que ha ejercido la magnanimidad y el perdón suprimiendo desde el primer momento la venganza y la pena de muerte. Sabe que fueron soldados sandinistas quienes alfabetizaron a los guardias ex somocistas.
Sabe que la revolucion redujo el analfabetismo de un 62% a un 10%, que la mortalidad infantil bajé del 121 por mil a un 58 por mil, que en el momento presente no se da ya un solo caso de poliomielitis, que…
Pero el señor Rupérez estaba allí para dictar, en tono grave e inapelable, sus reproches imperiosos contra Nicaragua: el proceso sandinista no segura el proceso democrâtico y democratizador de El Salvador; la revolución nicaragüense sumergía al pueblo en la vorágine absurda de la violencia; Daniel Ortega se negaba a entablar diâlogo con los ciudadanos por no contestar a una carta en que se le pedía que dimitiera de presidente; Sergio Ramírez -el vicepresidente- si’ que era un valor de la revolución, pero un valor excepcional y que la otra parte -negra y mayoritaria- exhibía para engañar.
Está claro, el señor Rupérez no ha entrado con amor, sencillamente, sin prejuicios en la revolucion del pueblo de Nicaragua. Y por eso no la ha entendido ni la entenderâ jamás. Esta contra ella, y aunque la revolucion sandinista tenga muchas cosas positivas e incluso haga milagros, él las verâ siempre con recelo, con desestima y con dureza. AI no amar, se condena a no comprender.
Es el caso de la protesta ante el obispo nicaragüense recientemente expulsado. Un obispo que, a decir de otros obispos hermanos, viene dedicado a realizar una actividad política claramente contrarrevolucionaria. Este obispo ha calumniado las elecciones democrâticas de su país, ha visto bien la acción de los contra, ha legitimado Io que ningún organismo internacional ha legitimado (el bloqueo, el embargo y la agresión yanqui) y se ha manifestado contra la revolucion en forma contraria a las leyes válidas para todo ciudadano. ¿Qué ocurriría, aquí en España, si un obispo tratara de legitimar la acción de ETA?
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Hermanos caídos
Somos muchos los que esperamos, de los mismos que ahora han protestado por esta expulsión, una protesta contra la agresión.
yanqui a la revolucion de Nicaragua. ¿Cuántos hermanos han caído ya asesinados por la oon/ra* Esas vidas humanas -miles- no enternecen, ni preocupan, ni fuerzan a protestar a quienes protestan por la expulsión de un obispo, no precisamente profeta, sino político, que se alinea complicemente con una agresión terriblemente destructoras. ¿Habrá que dejar que este obispo, por ser obispo, y amparándose en el carácter sagrado de su condición episcopal, siga ejerciendo una acción política ilegal?
Expulsarle es persecución de la Iglesia o limitación y control de abusos inadmisibles? ¿Por qué no se lamenta a tiempo lo que este obispo dice y hace -y contra quiénes lo hace-, en lugar de lamentar su expulsión? AI fin y al cabo, se Ie ha puesto fuera del país, por indigno, sin ninguna afrenta ni castigo.
¿Pero cuântos nicaragüenses no han sido acosados, secuestrados, torturados, asesinados, y esto contra todas las normas de la razón y del derecho?
¿No habrá para ellos, y en favor de ellos, una protesta enérgica, dolorida, solemne, universal, con toda la fuerza que ciertas instancias dicen tener? ¿Podemos seguir esperando? ¿O también ahi el amor se encontrad con la sequedad de un inmenso y cruel vacío?.
Es el caso del periódico La Prensa, cerrado recientemente por el Gobierno sandinista. 1a Prensa, principal periódico de la dictadura somocista, aglutina a los elementos más reaccionarios de la contrarrevolución y expresa y defiende los intereses (internos y externos) de quienes perdieron con la revolucion.
La Prensa no tiene costumbre de funcionar según las exigencias de unas leyes democráticas. sancionadas por una mayoría popular, sino según los dictados del poder y del dinero, a quienes siempre ha servido. Y eso lo tiene todavía, pero no el pueblo. Y sin pueblo, y contra él, reclaman ahora su libertad, la que siempre tuvieron, como si se tratara de un absoluto, por encima y en contra de las libertades de la sociedad y del pueblo.
‘La Prensa’ en la ilegalidad
La Prensa no está en la oposición, sino en la ilegalidad. Nunca ha reconocido el hecho histórico de la revolucion, nunca ha reconocido la legitimidad del nuevo Gobierno, ha dado cobertura a las acciones criminales y terroristas de los contra y de otras fuerzas mercenarias.
Ha desconocido los logros obvios y más nobles de la revolucion, ha falsificado hechos, datos y noticias que dañaban gravemente a la revolucion, ha propalado la idea de que las últimas elecciones fueron una farsa, nunca ha denunciado ni combatido las crueldades de la agresión yanqui, ha colaborado y ensalzado las acciones de los enemigos del sandinismo incluso cuando ellas atentaban contra los derechos del pueblo y de la nación. Es decir, La Prensa es otro caso, no de una oposición democrática, libre y digna, sino de un rechazo total, permanente y ciego de cuanto ahora en Nicaragua es popular, democrático, liberad y derecho del pueblo, y pronto constitucional. La Prensa anda ciega para la comprensión, porque anda vacía de amor. Ciega a los avances de la historia, impermeable a las demandas de una sociedad más justa e igualitaria. Lamentar el cierre de La Prensa no es ganar ni libertad ni justicia, ni derechos humanos. Es hacer el juego a los dictadores que, ya sin pudor apenas, se atreven a exponer bajo las vergüenzas de su libertad y de sus derechos, el cínico olvido de la libertad y de los derechos del pueblo.
Nota elaborada por: Benjamín Forcano
Benjamín Forcano es escritor y profesor de Teología Moral.