La volatilidad mundial y el oro: ¿Debería Nicaragua actuar ahora?

Foto: Nicaragua felicita a Yibuti /cortesía
Foto: Nicaragua felicita a Yibuti /cortesía

En su análisis sobre la situación actual, Augusto Zamora destaca varias preocupaciones globales, desde la ofensiva rusa en Ucrania y la posible intervención de la OTAN hasta el debilitamiento del dólar y el aumento en el valor del oro. A medida que la guerra en Ucrania avanza, las potencias occidentales enfrentan dilemas sobre cómo responder sin desencadenar una confrontación global.

El fracaso de las sanciones contra Rusia y el colapso de su sistema financiero han acelerado una tendencia mundial hacia la diversificación de reservas y el incremento en la compra de oro. Dada la creciente desconfianza en el dólar y el potencial de su depreciación, Zamora sugiere que Nicaragua debería convertir una parte significativa de sus reservas en oro para proteger su economía de futuros riesgos.

SOBRE EL ORO Y LA SITUACIÓN ACTUAL

Por : Augusto Zamora

1.- La ofensiva rusa en Ucrania será definitiva, no en el sentido de que acabará la guerra, sino en el sentido de que buscaría alcanzar, en los próximos meses, objetivos esenciales de Rusia, que son causar un quebranto sin paliativos del ejército ucraniano y avanzar a los territorios que considera incorporar (un punto incierto, pues Rusia no ha fijado límites a sus objetivos territoriales, que pueden incluir desde Járkov hasta las costas del mar Negro). Puede que no alcance este año los objetivos últimos (toma de Odesa y dominio de la costa del mar Negro), pero intentaría dejar las bases sentadas para el asalto final.

2.- El Occidente atlantista está sumido en incertidumbres y dividido sobre cómo enfrentar la victoria de Rusia. No debe descartarse una intervención más clara en Ucrania, que, si se da, situaría al mundo ante una posible confrontación global. Lo único que viene deteniendo a la OTAN es el poder nuclear de Rusia, pero aquí podríamos vernos en una versión europea de la crisis de los misiles de 1962.

3.- Sea cual sea el panorama que se pueda ver hacia finales de año, será todo, menos pacífico. Para la OTAN, una victoria total de Rusia es inaceptable, por todas las enormes repercusiones que tendría. Para Rusia, una victoria a medias equivaldría a una derrota, con consecuencias muy graves en lo interno y lo externo. Las elecciones en EEUU, en noviembre, son una fecha concreta para que Rusia afiance posiciones y presente a EEUU -gane quien gane las elecciones-, una situación de hechos consumados, que le permita negociar desde una posición de fuerza.

4.- Vinculado a la situación de Ucrania están el genocidio en Gaza y la crisis en ciernes en Asia-Pacífico, así como la constatación de la decisión del gobierno de Irán de enfrentarse a Israel. Nunca, desde 1962, el panorama mundial ha sido tan volátil, si bien debe señalarse que estamos a años de un enfrentamiento más directo.
5.- Las infinitas sanciones contra Rusia, además de su estrepitoso fracaso, al desatado una alarma mundial. El congelamiento de los fondos soberanos rusos y las pretensiones de confiscarlos, han generado una carrera mundial para salir del sistema financiero dominado por Occidente. Rusia, China, India, Irán, Arabia Saudita…, la lista de países que están creando sistemas alternativos y abandonando el dólar no cesa de crecer. Esto induce a creer que, en un tiempo relativamente breve, la fortaleza del dólar se verá sacudida y el valor de la moneda estadounidense puede, si no hundirse (falta tiempo para eso), sí depreciarse, siguiendo el camino de la libra esterlina después de 1918. Los países que tengan sus reservas única o mayoritariamente en dólares sufrirán.

6.- Los síntomas sobre el debilitamiento del dólar son claros. En EEUU cada día hay más voces advirtiendo sobre los peligros del endeudamiento del país. De hecho, su deuda ha alcanzado tales niveles que puede decirse que EEUU -si fuera una empresa o no tuviera la maquinita de los dólares-, es un país en bancarrota. El temor a una depreciación del dólar alimenta la carrera por el oro, que ha alcanzado precios impensables hace tres años y que puede seguir subiendo.

7.- Desde finales de 2022 al día de hoy el oro se ha revalorizado más del 33%, llegando, en marzo de 2024, a un máximo histórico, cotizándose a 2.197 dólares la onza. En 2022, los bancos centrales realizaron compras récord de oro, llegando a las 1.136 toneladas netas. En diciembre de 2023, China, India, Turquía, Polonia, Qatar, Bielorrusia, Serbia, República Checa, Kirguistán, Bangladesh o Malta, aumentaron sus reservas de oro. El panorama de confrontación global ha hecho que los bancos centrales de los países del Sur Global, Asia, Oriente Próximo y Europa Oriental aumentaran sus reservas de oro. El informe del Consejo Mundial del Oro (WGC) indicó que estos países compraran 800 toneladas de oro entre enero y septiembre de 2023. Un 14% más que en 2022. Otros países (Sudáfrica, Nigeria, Ghana), están repatriando sus reservas de oro desde Occidente. Las señales de desconfianza en el actual sistema llegan de muchas formas.

8.- Esa suma de circunstancias RECOMIENDA QUE NICARAGUA PASE UNA PARTE IMPORTANTE DE SUS RESERVAS EN DÓLARES A ORO. En un informe de 2015, avisamos de la carrera por el oro y recomendamos que Nicaragua se hiciera con reservas de ese mineral. En septiembre de ese año la onza de oro estaba a 1.116 dólares la onza. Si Nicaragua hubiera adquirido oro habría duplicado sus reservas.

9.- En el presente el riesgo está en la más que posible crisis del dólar. Son pocos los que dudan de que, en caso de agudizarse los conflictos, el dólar sufrirá muchísimo, pero será mayor el sufrimiento de los países que tengan sus reservan únicamente en esa moneda. Una crisis del dólar que lleve a su devaluación de facto convertiría las reservas en dólares en papelillo, repitiendo lo que ocurrió con la libra esterlina. En el caso de Nicaragua las consecuencias serían graves, pues toda la economía del país se mueve en torno al dólar.
10.- Como país exportador de oro, Nicaragua tiene fácil adquirir ese metal, incluso a precios por debajo de los precios de mercado. Sólo hace falta una decisión al respecto.

11.- Un dato relevante que ilustra la paulatina, pero indetenible crisis del dólar es la política de China. Este país fue, por décadas, el mayor tenedor de bonos del tesoro de EEUU. Esa situación ha cambiado drásticamente, en paralelo al creciente enfrentamiento entre ambos países. En 2018, China era el mayor tenedor de deuda del gobierno estadounidense y almacenaba más de 1,1 billones de dólares en bonos del Tesoro. En 2019 la cifra empezó a bajar y Japón pasó a ocupar el lugar de China, como principal acreedor de EEUU. China, ahora, se va deshaciendo poco a poco de los bonos.

12.- El volumen de inversiones chinas en bonos del gobierno de EEUU cayó por primera vez desde la primavera de 2009 a casi 767 mil millones de dólares. Según los expertos, Beijing continúa vendiendo gradualmente títulos del Tesoro estadounidense en medio de la caída de su valor y el deterioro de las relaciones comerciales con ellos. Washington. Como señalan los expertos, el servicio de la deuda nacional ya se ha convertido en una de las partidas más importantes del presupuesto de EEUU, lo que genera preocupaciones en China con respecto a la sostenibilidad de las finanzas del gobierno estadounidense. Además, según los analistas, el bloqueo de parte de las reservas de oro y divisas de Rusia por parte de Occidente se convirtió en una señal alarmante para China. Como resultado del aumento de los riesgos, China comenzó a transferir su dinero a activos más fiables, principalmente oro.

13.- En el año fiscal 2021 Washington gastó alrededor de 350 mil millones de dólares en pagos de intereses de sus obligaciones. En 2022 esta cantidad aumentó a 475 mil millones de dólares. En 2023 ascendió a 659 mil millones de dólares, según datos del Congreso de EEUU, en in informe sobre “Enfoque Responsable de las Cuestiones Presupuestarias Federales (CRFB)”. Los últimos datos de la Reserva Federal indican que el gobierno estadounidense debe abonar, en 2024, 1,026 billones de dólares en pago de intereses. Es decir, el equivalente a casi cuatro veces el PIB de Portugal y cinco veces el de Grecia. Ya no digamos el PIB de Centroamérica.

14.- Según el FMI, el dólar “Sigue perdiendo terreno”: Informó este organismo que “los bancos centrales del mundo están reduciendo gradualmente la proporción del dólar en sus reservas y están dando cada vez más preferencia a las llamadas monedas no tradicionales. En particular, estamos hablando de las monedas de Australia, Canadá, China, Singapur, Corea del Sur y los países nórdicos. Según los expertos, la confianza internacional en el dólar está disminuyendo en medio de un rápido aumento de la deuda pública y del déficit presupuestario en Estados Unidos. Por las mismas razones, los bancos centrales de diferentes países no aumentan el volumen de reservas en euros, así como en yenes japoneses y libras esterlinas. Además, como señalan los analistas, el bloqueo parcial de los activos rusos por parte de Occidente se convirtió en una señal alarmante para muchos reguladores. En este sentido, los bancos centrales comenzaron a convertir dinero en oro con mayor frecuencia.”

15.- Datos y hechos hay suficientes para hacer prudente que Nicaragua proteja su economía de los duros vaivenes de la moneda estadounidense en el presente y, con más razón, en el futuro inmediato. El oro ha sido, de siempre, el valor refugio en tiempos de crisis. Ideal hubiera sido hacer la operación en 2015, pero agua pasada no mueve molino. Hoy es un momento adecuado y pertinente, pues las crisis mundiales están (todavía) bajo parámetros manejables, pero estos parámetros tienen los días contados. La demanda de oro seguirá siendo fuerte y hay quienes – ¿agoreros? – predicen que el oro seguirá subiendo, hasta superar los 3.000 dólares onza, mientras el valor del dólar se reduciría a menos de la mitad. Pasar las reservas a oro sería, incluso, una buena inversión. El mundo multipolar será regido por una suma de monedas, pero todas teniendo como referencia, de una forma u otra, al oro. Mucho que ganar y nada que perder para Nicaragua.

7 de agosto de 2024, Año IV del Covid y III de la Nueva Era.