Por: Jorge Eduardo Arellano
EPHRAIM GEORGE Squier fue Encargado de Negocios de su país en Centroamérica, con residencia de Nicaragua, del 2 de abril de 1849 al 13 de septiembre de 1850. El estadounidense Squier fue también hombre de ciencia, interesado en valorar y difundir la arqueología, la etnología y la lingüística. Como viajero y escritor, contribuyó más que nadie ––durante el siglo XIX–– al conocimiento del patrimonio histórico, natural y cultural de casi todos los países centroamericanos, y especialmente de Nicaragua. Su legado abunda en escritos, ilustraciones y mapas.
Nacido en Bethlehem —pueblo del condado de Albany en el Estado de Nueva York— el 21 de junio de 1821, falleció en la ciudad de Nueva York el 17 de abril de 1888. Fue su nombramiento el primero en ser confirmado para un cargo diplomático en la recién inaugurada administración del presidente Zachary Taylor (1784-1850), cuya intención era promocionar los intereses estadounidenses en la región, anteponiéndolos a las pretensiones hegemónicas de Inglaterra. Como es sabido, esta potencia ocupaba el vacío que dejara en el territorio de la América Central el régimen colonial español, a menos de tres décadas de haber desaparecido.
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Primeros años
Hijo de un predicador metodista, Squier asistió con escaso interés a escuelas de Charlton y Troy, localidades del mismo Estado de Nueva York, y a otra de Potney, Estado de Vermont, donde completaría cursos en 1839. Pero sus
intereses se inclinaban a la ingeniería, las leyes y la enseñanza. Esta actividad, sin embargo, la abandonó tras ejercerla en el verano de 1841 para dejar de ser —fueron sus palabras— un despreciado y miserable pedagogo, el más malpagado e ingrato de los trabajos.
Squier, quien a los diecinueve años —de noviembre de 1940 a febrero de 1841 había editado en Charlton el periodiquito La Perla Literaria— llegaría a considerar que su futuro radicaba en el periodismo. Así conoció a un anticuario y librero de Albany, José Munsell, quien le propuso coeditar el semanario New York State Mechanic, en el cual laboró un par de años. Luego trabajaría, infundiéndole todas sus energías, en el Whig Daily Journal de Hartfort, Connecticut. Y en el verano de 1845 se trasladó a Chillicote, Ohio, para editar la Scioto Gazette.
Mientras tanto, el ambicioso joven había desarrollado una campaña con el fin de mejorar la suerte de los trabajadores, impartiendo conferencias sobre “El Origen y Progreso de la Civilización” y “El Avance de la Sociedad” en Albany, la ciudad de Nueva York y Baltimore. Además, sus aspiraciones intelectuales habían comprendido la elaboración de poemas, el proyecto de una revista destinada a ser órgano representativo de la poesía norteamericana de su tiempo, la redacción de una historia política y cultural de Portugal —que nunca materializó— y la edición de un libro ajeno sobre China, aparecido en 1843. Mas su esfuerzo para integrar una misión oficial al último país, como otros similares, había fracasado.
Exploraciones arqueologicas y nombramiento diplomático
En diciembre de 1846, Squier fue electo Oficial Mayor de la Cámara de Diputados de Ohio, retirándose de la Scioto Gazette; entonces, durante sus tiempos libres, aprovechó para explorar los centenares y poco estudiados montículos, mound-builders o vestigios de los aborígenes del Medio Este, en compañía de Edward H. Davis, médico de Chillicote. Si este coleccionaba artefactos descubiertos en el área, aquel no solo se embebía en obras europeas y americanas de arqueología; también divulgaba sus investigaciones en el Diario Americano de Ciencias y Artes hasta que ambos dieron a luz la monografía Ancients Monuments of the Mississippi Valley (1848), primera publicación de la Smithsonian Institution y, hasta entonces, el mejor trabajo arqueológico de los Estados Unidos.
Con motivo de la favorable recepción que tuvo su obra pionera, Squier capitalizó el prestigio recién adquirido para obtener tanto de la Sociedad Histórica de Nueva York como de la Smithsonian Institution el financiamiento de una expedición a los túmulos y construcciones de la parte occidental del Estado de Nueva York. El arqueólogo realizó su labor en ocho meses, aportando una contribución menos extensa que la anterior, aceptada por la misma Smithsonian para editarse después de su nombramiento, en abril de 1849, como Encargado de Negocios de los Estados Unidos ante los gobiernos de Centroamérica.
¿Cómo y por qué había obtenido esa representación diplomática? A través de la influencia de sus amigos en Washington, pertenecientes como él, al partido victorioso en las elecciones de 1848: el Whig (liberal); y, sin duda, para asegurar la carrera científica que deseaba proseguir en otros países americanos. En realidad, Squier tenía el precedente de otro coterráneo, arqueólogo y diplomático al mismo tiempo: John L. Stephens, redescubridor del Arte Maya según los dos volúmenes de sus Incidents of Travel in Central America, Chiapas and Yucatan, obra y ejemplo que conocía a fondo.
“Una apología, una glorificación de nuestro país”
De esta manera llegaría a Nicaragua, entrando por el puerto de San Juan del Norte, en junio de 1849, y regresaría por la misma ruta un año después. Este lapso le bastó para cumplir con eficacia su misión diplomática y, sobre todo, para acometer un acto supremo de intellecto d’ amore: el conocimiento directo y pleno, amenísimo, pormenorizado y jovial de nuestro país y sus gentes, paisajes, monumentos y de su proyectado canal interoceánico, como tituló la obra en dos volúmenes surgida de esa inolvidable estada: Nicaragua; its People, Scenary, Monuments, and the Pro-posed Interoceanic Canal (New York, D. Appleton & Co., 1852).
En dos volúmenes (el primero de 424 páginas y el segundo de 492) aparecía esta obra ilustrada con 9 mapas, 25 grabados y 95 dibujos de James McDonough, quien acompañaría a Squier en su permanencia nicaragüense. Sin duda, Squier imitaba a su antecesor Stephens que había traído consigo al artista inglés Frederick Catherwood, autor de los primeros y profusos dibujos de las ruinas de Copán. Pero siempre se refirió al dibujante con reticencia, denominándolo con la letra inicial de su apellido: M…
Dicha obra fue, según su irreprochable traductor Luciano Cuadra Vega, “una apología, una glorificación de nuestro país” ––la editó en forma simultánea la empresa Logman, Brown, Green & Logmans con iguales características tipográficas. Luego la citada Appleton & Co., Publishers lanzó una segunda edición en 1853 con el título de Travels in Central America particulary in Nicaragua…, pues la primera se había agotado a finales de 1852; y otra en 1856 con su título original, ambas en dos volúmenes. Y en 1860, en uno solo, otra editorial de Nueva York, Harpers & Brothers, reprodujo una más ligeramente revisada.
Antibritánico y experiencia en Honduras
Squier prolongaría su actitud adversa a la política británica en el Istmo, escribiendo virulentos artículos sobre el tema. También criticó la administración de Millard Filmore (1800-1874), presidente de los Estados Unidos a partir del verano de 1850. Al año siguiente, hizo un viaje a Europa durante el cual recibió amplias distinciones. La Sociedad de Geografía de Francia le otorgó su gran medalla de oro y las de Arqueología de París, Londres y Copenhague le acogieron como miembro.
De regreso a los Estados Unidos, emprendería la organización y posterior ejecución de un proyecto: el ferrocarril interoceánico de Honduras. Así cruzó de nuevo el Istmo por la Ruta del Tránsito y comenzó sus trabajos en el Golfo de Fonseca. Sin embargo, el proyecto fue abandonado por las vicisitudes políticas, quedando tres informes de suyos. Más aún: esta segunda estada centroamericana le facilitó la redacción de una nueva obra más: Notes on Central America, particulary the States of Honduras and San Salvador [sic]: their geography, topography, climate, population, resources, productions, etc., etc. (New York, Harpers and Brothers, 1855), traducida e impresa al alemán ese mismo año, y al siguiente al español por León Alvarado.
En 1855 publicaba también, simultáneamente en Londres y Nueva York, su única novela: Waikna, or Adventures on the Mosquito Shore. Firmada con el seudónimo de Samuel A. Bard, tenía de objetivo ridiculizar a los habitantes de la Mosquitia y a su King para convencer de la inutilidad del apoyo hacia “el augusto aliado de la Reina Victoria”. Sus fuentes eran testimonios orales y viajeros que habían residido en la Costa y escrito sobre ella, ya que nunca visitó dicha Costa. Gráfica y entretenida, esta novela resultó exitosa: en 1883 se publicó una versión al sueco.
States of Central America
Pero la obra magna de Squier fue States of Central America (1958). No consiste meramente en una revisión de las Notes, sino en una ampliación extensa de ese libro. Las secciones dedicadas a Honduras y a El Salvador, que abarcan más de 300 páginas, contienen nueva materia sobre la población aborigen, la geografía y los recursos naturales. Las correspondientes a Nicaragua, Costa Rica y Guatemala son completamente nuevas. También las páginas consagradas al proyecto ferrocarrilero de Honduras resulta mucho más positiva, además de aportar nuevos datos, que la sección equivalente a Notes. Al respecto, Charles L. Stansifer, en traducción de Orlando Cuadra Downing, observa:
Hay información acerca del sistema educativo, el comercio, la vida social, pero muy poca materia política; algo raro que no mencione a William Walker. Aunque este libro [States of Central America] revela altamente los prejuicios de Squier (por ejemplo, su odio hacia Inglaterra y su aversión a los conservadores centroamericanos), y aunque trata más ampliamente de sus intereses especiales (Honduras, Nicaragua), estos defectos no son graves, por los que sigue siendo útil dicho libro. Es muy probable que contenta más información digna de confianza sobre las cinco repúblicas que cualquier otra publicación, en inglés, anterior a la obra monumental de Bancroff de 1883-1887. (Revista Conservadora del Pensamiento Centroamericano, núm. 73, octubre, 1966, p. 19).
Misión científica en el Perú
De 1860 a 1863 Squier se desempeñó como periodista, colaborando en el Frank Leslie’s Pictorial History of the American Civil War. El último año viajó al Perú, comisionado por el gobierno de Lincoln, para estudiar las antigüedades incaicas. De tal estada resultó su obra: Incidents of Travel and Exploration in the Land of the Incas (1877). En 1868 fue nombrado Cónsul General de Honduras en Nueva York. En 1870 apareció una obra suya más: Honduras; Descriptive, Historical and Stadistical (London, Trübner & Co., 278 p.) En 1871 fue electo primer Presidente del Instituto Antropológico de la ciudad de Nueva York. Allí fallecería, como se dijo, diecisiete años después, tras una larga enfermedad mental.
Obras traducidas al español
En español, cinco han sido las obras de Squier: 1) Nicaragua, sus gentes y paisajes. Traducción de Luciano Cuadra, San José, C.R., Editorial Universitaria Centroamericana (Educa), 1970. 522 p., il., reimpresa en 1972 y editada en Managua, Nueva Nicaragua, 1989. 544 p., con prólogo de Jorge Eduardo Arellano; 2) Nicaragua en el siglo XX vista por E. G. Squier. Edición conmemorativa de la llegada de E. G. Squier a Nicaragua [selección de ilustraciones, introducción y notas de Jaime Íncer Barquero]. Managua, Biblioteca del Banco Central, 1999. 115 p., il.; 3) Apuntamientos sobre Centroamérica. Honduras y El Salvador / Su geografía, topografía, slima, población, riqueza, producciones, etc., etc., y el presupuesto ferrocarril de Honduras. Traducción: León Alvarado. Introducción: Jorge Eduardo Arellano. Notas actualizadas por el Dr. William V. Davidson. Managua, Fundación Uno, 2004. 423 p. [mapas]; 4) Waikna / Aventuras en la Costa de la Mosquitia. [Traducción Lilliam Levy Guevara, José Francisco Buitrago, Jorge A. Fiedler]. Introducción: Jaime Íncer Barquero. Managua, Fundación Uno, 2005. 310 p., il. (Colección Cultural de Centroamérica, Costa Atlántica, v. 2) y 5) Nicaragua / De océano a océano. Managua, Fundación Uno, 2005. 292 p., il. [Incluye semblanzas de Squier: el embajador erudito, el viajero y el explorador, el arqueólogo, el costumbrista y el agente del conflicto Estados Unidos versus Inglaterra, elaboradas respectivamente por Francisco Aguirre Sacasa, Jaime Íncer Barquero, Jorge Eduardo Arellano, Jimmy Avilés Avilés y Ligia Madrigal Mendieta].