Así de gigantesco es el júbilo de Nicaragua, que hoy celebra/celebramos el fin del aislamiento de la Costa Caribe del resto del país. Miles y miles viajando desde todo el territorio de la Costa Caribe Norte a celebrar, a ver de cerca semejante obra, a comprobar que el sueño de siglos ya es una realidad. 200 años de injusticia capitalista/imperialista/lacayuna/vendepatria están siendo derrotados en apenas 15 años de Gobierno Sandinista, que tiene como su más elevado objetivo acabar con la pobreza extrema en Nicaragua. ¡Y lo vamos logrando!
Defender este derecho a desarrollarnos como nación de acuerdo a nuestra realidad y a nuestros intereses -y no de acuerdo a los intereses de los gringos- nos ha costado sangre, muerte, destrucción de nuestro país por las bandas mercenarias organizadas por EEUU ayer, hoy y siempre.
Pero el Estado Nicaragüense ha sabido y podido defender su soberanía y su derecho inalienable a existir como nación independiente tomando las medidas legales y penales necesarias para que nuestro pueblo viva en paz, produzca, estudie, se divierta y empeñe sus mejores esfuerzos para seguir haciendo crecer a Nicaragua.
Si no lo hiciera, si no defendiera su soberanía patria y su independencia, no tendríamos el montón de logros que vamos acumulando. Porque uno de los propósitos de los vende patria es limitar, si no anular, la capacidad del gobierno de beneficiar al pueblo con hospitales, carreteras, energía eléctrica, escuelas, centros tecnológicos, becas, parques, viviendas dignas…etc. De allí sus impopulares acciones y estrategias: turistear por el mundo pidiendo más sanciones contra Nicaragua.
Rogarle a los organismos multilaterales que no le concedan préstamos a Nicaragua. El imperio y sus colonias utilizan todos los medios a su alcance -incluyendo las loras parlanchinas que periódicamente despotrican contra Nicaragua- para impedir que el Estado de Nicaragua, con apego a la Constitución y las leyes, desmantele sus planes y acciones agresivas contra nuestro país y tome medidas contra los agentes del imperio que operativizan sus planes agresivos e injerencistas.
Derrotamos el sangriento intento de golpe de Estado. Neutralizamos a los líderes de este fallido y derrotado golpe; se desarticuló su base organizativa que tiene como punta de lanza ONG creadas y financiadas desde afuera con el único propósito de derrocar al gobierno del pueblo. Entonces volvieron a recurrir a la Iglesia, experta en conspiraciones y con una larga y muy conocida historia al servicio de los ricos y del capitalismo. Son su fundamento ideológico y los principales propagandistas del sistema que perpetúa la injusticia social.
Pero también a los líderes de esta fase conspirativa les cayó el peso de la ley. Y aunque vistan sotanas y ese montón de ornamentos con los que se disfrazan no dejan de ser simples mercenarios al servicio de los planes intervencionistas de Estados Unidos.
Creen que porque son sacerdotes -una profesión como cualquiera otra salvo que tienen enormes privilegios- gozan de impunidad para utilizar el púlpito, todos los días, para atacar y hacer llamados, que nadie atiende, a levantarse contra el gobierno de Nicaragua.
Conspiran y provocan desde sus iglesias y desde sus radios para generar la «represión» que luego venderán al mundo -a través de los medios hegemónicos- como persecución contra la iglesia. Pero el pueblo ya sabe de que se trata. Sabe que son parte de los mercenarios de siempre al servicio de los EEUU, que no teniendo de quien echar mano, los utiliza con la vana esperanza de que logren manipular la religiosidad de la población.
Pero el pueblo hoy, como nunca antes, tiene el apoyo de este gobierno popular cuyas políticas públicas están claramente orientadas a erradicar la injusticia histórica de la que hemos sido víctimas.
Y por lo tanto lo apoya y lo defiende. Una de esas flagrantes injusticias ha sido la discriminación secular de nuestros hermanos costeños, aislados y sumidos en la pobreza extrema. Solamente el gobierno sandinista se ha propuesto convertir a la Costa Caribe en artífice de su propio desarrollo dotándola de la infraestructura y los medios de producción que se requieren para su propio desarrollo y el de Nicaragua.
Este extraordinario puente es el símbolo de la transformación social y económica que está viviendo Nicaragua con el sandinismo y en beneficio de las grandes mayorías que ha sido la población históricamente excluida por los gobiernos liberoconservadores vende patria.
Margine Gutiérrez