Era una mañana cualquiera en Managua. Como de costumbre, un hombre dedicado a los bienes raíces y amante de la motivación empresarial, salió a trotar por las calles de Villa Fontana. Su rutina siempre lo llevaba por el semáforo del Club Terraza, donde todos los días veía a un vendedor de guayabas. Así lo narró en una publicación de Facebook que rápidamente se hizo viral.
Aquel señor, de baja estatura y con el rostro cansado por el sol, llevaba años en el mismo lugar, ofreciendo sus guayabas con la misma constancia.
Lo curioso es que, aunque este empresario trotador pasaba por ahí a diario, nunca le había comprado. No porque el vendedor no fuera amable o porque las guayabas estuvieran en mal estado… simplemente, porque no le gustan las guayabas.
Eso sí, cada vez que pasaba, el vendedor lo saludaba con un «buenos días», y él, educadamente, le respondía. Así se desarrolló una rutina de saludos matutinos sin transacciones comerciales.
El señor de las guayabas y el «empresario inspirador»
Pero un día, después de terminar su trote, mientras se subía a su carro y se detenía en el semáforo, el vendedor hizo lo de siempre: corrió hacia la ventana y le ofreció sus guayabas. Fue entonces cuando nuestro protagonista tuvo una revelación: «Hoy sí le voy a comprar.»
Con decisión, buscó en su cartera… y descubrió que no traía dinero. Le explicó la situación al vendedor, quien, sin dudarlo, respondió con una sonrisa: —No hay problema, mañana me la compra.
Este gesto sencillo y cotidiano detonó en el empresario una gran reflexión sobre la vida, las ventas y la perseverancia. Aún emocionado por su «epifanía», sacó su teléfono y escribió un post en Facebook, en el que relataba el encuentro y lo convertía en una enseñanza empresarial:
«Ese señor está acostumbrado a escuchar miles de ‘NO’ cada día, pero eso no lo detiene. Él sabe que, entre tantos ‘NO’, algún día llegará el ‘SÍ’.»
Luego, concluyó su mensaje con una moraleja inspiradora: «El ‘NO’ ya lo tenemos garantizado; salgamos a buscar el ‘SÍ’.»
Burlas en los comentarios
Pero lo que no esperaba era que los comentarios en su publicación no fueran de aplausos ni de inspiración, sino todo lo contrario.
«Gracias por compartir la historia. No entendí en qué le ayudaste, pero gracias.»
«En conclusión, no ayudaste en nada.»
«Entonces, ¿le compraste o no? ¿Le ayudaste o no? En fin, hiciste lo de siempre… nada.»
Hay que ver que no todos los comentarios eran negativos. Algunos señalaban que la gente siempre busca quejarse de todo; y que la acción en sí no estaba mal.
¿Qué opinás vos?