Esta semana se había hecho viral una publicación -la cual fue borrada por el usuario posteriormente- donde dejaba en evidencia una situación de un popular bar-restaurante de Managua. De hecho, sucede en varios establecimientos, donde a fuerza quieren exigirte la propina a la hora de cobrar.
Para evitar clavos, no voy a poner nombre del usuario que lo hizo ni el local (en una de sus sucursales); solo dejaré de pista que no es un lugar cuya cocina se destaque por pollo, res o cerdo. Dejémoslo ahí.
La situación que se explicaba en el post, es que había llegado este consumidor y se había gastado como 1 mil córdobas. A la hora de ver la factura le sale el monto de propina, todo normal. Entonces, simplemente, lo que hizo fue darle algo directamente al mesero y no pagar la propina que salía en factura.
Pero qué es lo que pasó, el mesero se fue con el pago de la factura sin ese monto y luego regresó con un administrador del local.
Dicho administrador le preguntó al cliente que por qué no iba a pagar propina. Y es ahí donde se empieza a poner turbia la cosa.
Exigencia del pago de propina
El comensal respondió que no lo iba a pagar porque simplemente no quería, pero que no había sido mal atendido ni nada por el estilo.
Esta respuesta parece que le causó un cortocircuito al administrador, quien puso cara seria, le agarró el dinero de mala gana y se fue vociferando cosas. En otras palabras, llegó como a querer «impresionar» y que el cliente «aflojara» el billete.
Por experiencia propia en ese local y por varios comentarios que estaba en la publicación de Facebook, no es primera vez que lo hacen. Cada vez que alguien dice que no quiere pagar propina, buscan la forma de forzar que lo hagan, como queriendo hacer sentir mal al cliente por no hacerlo.
Ojo, bajo ley no existe ninguna exigencia del pago de propina. Así lo establece la Ley No. 842, Ley de Protección de los Derechos de las Personas Consumidores y Usuarias. Su naturaleza es completamente voluntaria.
¿Mal visto no pagar ese extra?
Obviamente, el pago o no de la propina también lleva un peso social. Me ha tocado estar en mesas donde me mandan a mí a decir que no voy a pagarla, porque lo ven como algo «malo».
Cada mente es un mundo, no es que uno no quiera reconocer el trabajo del servicio; por eso muchas veces pago directamente al mesero, pero no lo que dice la factura.
Además, por si no saben, la propina de la factura se suma al final y se reparte entre todos, así que a veces se apoya más dar directo al mesero o mesera.
Bajo cualquier concepto, lo importante acá es no caer presos en esa «exigencia» que algunos locales quieren imponer.
La voluntad del cliente se gana con el servicio, no con la intimidación.