Por: Juan Carlos Ortega Murillo
16 de julio 2024
Se puede ser una nación independiente y aún así seguir bajo el dominio de un poder externo, sea desde el ámbito político, ideológico, económico, cultural…
Aunque el uso de la fuerza es habitual para que imperialistas y colonialistas se impongan sobre los pueblos, la mayoría de las veces esto se da por el papel entreguista que puede llegar a jugar la clase política y económica local cuando decide someterse a esos poderes y servir a intereses foráneos, a cambio de garantizar su permanencia en el poder.
Y luego está la Revolución.
Toda Revolución de carácter popular y naturaleza transformadora y emancipadora, está obligada a liberarnos de ese sometimiento.
Por eso es natural que la Revolución Sandinista se una al conjunto de países que apuntan hacia la consolidación de un Mundo Multipolar, donde no sea una sola voz y sus particulares intereses los que definan el rumbo de la política y la economía global.
Este camino no persigue imponer el dominio de potencia alguna sobre los Pueblos del Mundo. Al contrario, busca destronar poderes imperiales, para democratizar nuestro planeta.
Y en ese sentido, el Sandinismo continúa reivindicando la urgente necesidad de edificar un sólido bloque de naciones que compartan esta visión, para enfrentar unidos los retos del presente y el futuro.
Lograr esta gran unidad no debe uniformar a las naciones bajo un mismo modelo o ideología. La meta es alcanzar la unidad de los pueblos desde su amplia diversidad; donde cada nación diseña e implementa su propia fórmula de democracia y desarrollo, de acuerdo a sus propias características e idiosincrasia.
Los procesos revolucionarios con profundas raíces populares proclaman, instauran y defienden la verdadera independencia de los pueblos, donde soberanía y autodeterminación son la regla. Y la Revolución Sandinista sabe que la unidad de las naciones históricamente amenazadas y acosadas por los imperialistas de la tierra constituye el camino hacia esa independencia.
Cada vez deben ser (y serán) más las naciones liberadas de prácticas coloniales e imperiales. Así se abrirá el sendero hacia un nuevo mundo en el que se resguarde la vida y se garantice el cumplimiento de los derechos de todo quien le habita. En palabras de Daniel, “se está conformando el mundo nuevo que traerá paz y felicidad a la humanidad”.
El sometimiento que las élites imponen a las grandes mayorías desaparecerá cuando los pueblos unidos construyan su verdadera independencia.
El cambio justo y soñado siempre es posible.