Con inmenso respeto y esa admiración que nace del alma buena de cada nicaragüense, saludamos a todas nuestras Benditas Madres en estos días y en estos tiempos de paz, de caminos, de buen corazón y buena esperanza, y de fe y confianza en el Dios de todas las victorias.
Al saludarlas y abrazarlas, queremos que reciban de todos nosotros, el compromiso de mejorar nuestras vidas, con el trabajo dedicado y honroso de cada uno; para avanzar siempre dignos, soberanos y libres, en amor y bendición de madres valientes, heroicas, y llenas de amor.
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Agradecemos a Dios Padre, a Jesucristo, Príncipe de la Paz, al Espíritu Santo, a María Santísima, por lo que somos, lo que estamos siendo, y seremos; en el esfuerzo de hacer realidad los sueños de hermandad y prosperidad, en hogares donde las Madres son Aliento, estímulo, devoción y esperanzas para todos.
A todas las familias que tenemos Madres en otro plano de vida, a todas las madres de tantos héroes y mártires de la patria libre; nuestro corazón en sintonía con la fe, que nos asegura que estamos juntos en esa eternidad que somos todos. Aquí, o allá, lo importante es que la espiritualidad profunda de nuestro pueblo fortalece esa certeza de unidad entre madres e hijos, en todas las circunstancias de nuestras Vidas.
Felicidades Benditas Madres, este y todos los días de nuestra existencia.