A los 17 años, cuando aún cursaba la secundaria en 1980 en Nicaragua ; Elam Mauricio Hernández López se preparó para cumplir a cabalidad las palabras del comandante Carlos Fonseca Amador: «Y también enséñales a leer».
Elam es un ejemplo de esos miles de jóvenes revolucionarios que formaron filas para ir a todos los rincones del país a enseñar a leer y escribir. Hoy, aunque han transcurrido ya 45 años de esa gran hazaña; el legado se mantiene vivo.
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«Yo estaba en quinto año cuando muchos de nosotros nos dispusimos a enseñar a leer y escribir. En ese momento histórico; muchos jóvenes estábamos inmersos en la revolución, comprometidos con esa tarea humanitaria. La necesidad de alfabetizar era una reivindicación justa y necesaria para nuestros campesinos. Para muchos de nosotros; era la primera vez que salíamos del seno de la familia materna o paterna», enfatizó Hernández.

45 años después, el legado de la alfabetización sigue vivo en Nicaragua
Este hombre ha caminado en la enseñanza por más de 30 años, ya sea desde un aula de clases, en la dirección de centros de estudios o brindando sus conocimientos como asesor pedagógico. Hoy en día, se desempeña como delegado municipal del Ministerio de Educación en Niquinohomo, cuna del General Sandino.
«Desde entonces supe que mi vocación era estudiar magisterio. Logré ingresar a la universidad y me gradué en Lengua y Literatura. La alfabetización no solo despertó en mí ese talento, sino también en muchos jóvenes con habilidades artísticas y culturales», agregó Hernández.

Para Elam, la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización ha dejado un legado invaluable: la continuidad de la educación. Está seguro de que el desarrollo del país ha sido posible gracias a este hito histórico, que permite a jóvenes y adultos seguir estudiando, aprendiendo y prosperando, cumpliendo así con los sueños de miles de héroes y mártires de la revolución.