El arte es el reflejo de la cultura humana, por eso su preservación, transmisión y fomento son formas de conservar el patrimonio cultural de los pueblos. Nicaragua es un país multiétnico, multilingüe y pluricultural.
En esta nación centroamericana encontramos expresiones artísticas que resultan de la mezcla de la identidad indígena con influencias españolas y africanas. En el arduo trabajo de mantener vivas cada una de estas obras, sobresalen grandes personajes que, con su trabajo, se han convertido en leyendas de esta tierra.
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Durante el programa de La Notificación se conversó en exclusiva con dos grandes íconos de la cultura nicaragüense: el maestro Ronald Abud Vivas y la tradicionalista Doña Marta Toribio. Ambos comparten sus experiencias en el constante oficio de potenciar las tradiciones y trasladarlas a las nuevas generaciones.
Un proceso histórico y antropológico complejo da origen al folklore, un arte que en nuestro país germina en el departamento de Masaya y migra al resto de las ciudades, posicionándose en Diriamba, Carazo, catalogada como la cuna del Güegüense.
Ronald Abud Vivas: 55 años impulsando el ballet folklórico en Nicaragua
Con 55 años de trayectoria, Ronald Abud Vivas es reconocido como el máximo precursor del ballet folklórico nicaragüense. Desde los seis años, Abud sintió una conexión profunda con la música, el color y el folklore. En su infancia, al observar las veladas, notó que los espectáculos carecían de fluidez, lo que lo motivó a introducir cambios.
“Me di cuenta de que el espectáculo no debería tener baches… debería ser fluido, con un hilo conductor que amarre al público e introduzca emocionalmente el programa”; comenta Abud, destacando la importancia de la continuidad y el enfoque emocional en las danzas.
Abud se siente orgulloso de cómo su trabajo ha dado frutos, promoviendo a través de las casas de cultura y academias de ballet, el amor por la cultura nicaragüense en jóvenes de todas las edades.
“Creo que aquí todavía hay un volcán por explotar... un fuego del corazón para darle amor a toda esta juventud”; afirma, aludiendo al potencial de los jóvenes que se preparan para mantener viva la tradición.
La creatividad y pasión detrás del Güegüense y el ballet folklórico
Describiéndose como un volcán en constante erupción, Abud enfatiza que la preparación de un espectáculo de gran magnitud requiere de una meticulosa selección de elementos específicos.
Nacido en Diriamba, Carazo, cuna del Güegüense, una obra clave en la literatura nicaragüense, Abud atribuye su proyección profesional a esta obra. “Esa obra me dio un empujón tremendo… causaba novedad en la Escuela Normal”, recuerda.
En la coreografía del Güegüense, aunque no conocía el baile tradicional de Diriamba, se inspiró en los sonidos y expresiones de la obra, creando movimientos como el ‘guisado del borracho’. “No me copié de nadie, del libro de la obra, puse a trabajar. Las generaciones nuevas no saben que eso es nuevo, porque no nació con la obra”; concluye Abud.
Para el maestro Ronald Abud Vivas, los aplausos son la verdadera recompensa de su trabajo como artista. A lo largo de su carrera, ha vivido rodeado de euforia, halagos y el ajetreo de cada presentación.
Un legado de pasión, creatividad y reconocimiento internacional en Nicaragua
“Yo amo mi trabajo, amo mi entorno. He creado un ambiente de comodidad y de creación en mi casa”, comenta Abud, destacando el esfuerzo y la dedicación diaria que pone en su labor. Asegura que su mayor gratificación es cuando la audiencia ovaciona al final de sus espectáculos. “La gente, como yo la llevo así de apelizcos, el momento final… hay una explosión emotiva del público, y la única manera que tiene la gente es aplaudir y gritar”; reflexiona.
Reconocido nacional e internacionalmente, Abud ha sido galardonado por su contribución al ballet folklórico nicaragüense. En 2013, recibió el Premio de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual a la Creatividad. “Estos galardones, más que para halagar mi vanidad, los hago por una cuestión de conocimiento histórico, y para que los chavalos que van viniendo al grupo sepan a dónde vienen a pararse”; explica.
El Ballet Folklórico Nicaragüense, fundado en 1969, ha sido un referente cultural. Su origen se remonta a Diriamba, donde Abud comenzó a enseñar a sus amigos a bailar para un congreso.
El maestro Ronald Abud Vivas se siente orgulloso de que su ballet sea el más prestigioso y taquillero del Teatro Nacional Rubén Darío. “Mi perfil es, primero, la proyección del arte llevada a escena, no con identidad propia del patio de Monimbó, sino darle un carácter de calidad internacional y de proyección”, comenta, destacando que realiza arreglos musicales en lugar de bailar las versiones originales.
El Toro Venado Malinche y la tradición indígena en Nicaragua
El Toro Venado Malinche, fundado por Carmen Toribio en 1943, es una danza que representa la protesta contra la conquista española y la voz del pueblo indígena. La tradición aborigen que incluye gastronomía, bailes y teatro, tiene profundas raíces en la cultura de Masaya. Carmen Toribio, una mujer destacada por su trabajo artesanal y gastronómico, fue clave en la conservación de esta tradición.
“A esa mujer vivaracha, bullanguera, fiestera, siempre la voy a recordar»; destacó Carmen Toribio, subrayando que en su tiempo la cultura indígena era menospreciada.
Toribio lamenta que, a pesar del esfuerzo de su abuela y su familia, la cultura fue ignorada, pero la Revolución Sandinista de 1979 permitió que se valorara, lo que culminó con su reconocimiento como leyenda viviente. “Entre cultura y revolución no hay contradicción”; recalca Toribio.
Desde pequeña, Toribio acompañó a su abuela a estas fiestas, aprendiendo el arte de la danza y la gastronomía. Recuerda que «era gozoso verla salir, y conservaban ese misterio», refiriéndose a las máscaras utilizadas durante los bailes, y cómo se divertían entre risas. Además, menciona cómo su abuela le transmitió su amor por la danza y la cultura. “Me fui enamorando de esto, me gustaba bailar»; expresa con nostalgia.
Legado de resistencia y orgullo indígena a través del Toro Venado
Toribio también comparte cómo su abuela fue una figura materna para ella: “Era mi madre, porque era la mejor alumna… me decía ‘india’ y me sentía orgullosa de serlo«, a pesar de la discriminación que sufrían los indígenas en su entorno. “La mejor honra, Carmen, no es solo llorarte, sino trabajar para seguir conservando lo que me enseñaste»; concluye Toribio con firmeza.
El Toro Venado, según Marta Toribio, transmite un mensaje profundo relacionado con la resistencia indígena. “Es a través de nuestros indios que encontramos creatividad y rebelión, ya que los españoles no vinieron a descubrirnos, ya existíamos con nuestra propia civilización”; destacó.
Ella explica que la figura del indio con la vara de bambú simboliza la rebeldía, y la máscara de toro y los cuernos de venado representan la lucha desigual entre los colonizadores y los pueblos originarios, siendo la astucia del venado, simbolizando a los indígenas, la que finalmente vence al toro, que representa a los españoles. “Hoy, a más de 530 años, conservamos con orgullo esta figura”; añadió Toribio.
Toribio también compartió su dolor personal tras la pérdida de su hijo José Ángel, quien fue un gran apoyo para ella. “Este don que me dieron de leyenda viviente se lo dedico a él y a mi familia”; expresó con emoción, añadiendo que está orgullosa de su hijo y de su familia, y reafirmó su compromiso con la tradición: «No declinaré».
Un llamado a preservar y transmitir las tradiciones nicaragüenses
Toribio también compartió su compromiso con la cultura y la comunidad, asegurando que continuará bailando y trabajando en el ámbito cultural y social. “El Señor me lo permite, seguiré bailando, aunque ya sea una anciana… Mis planes son seguir unida a este trabajo cultural y social… Soy secretaria política de tres sectores de aquí. Manejo las UBE y eso me hace sentirme útil”; afirmó.
Toribio concluyó con un llamado a seguir luchando por la preservación de las costumbres y tradiciones nicaragüenses: “No lo olviden, eso es lo mejor que tenemos, nuestros potenciales que debemos ofertar como nicaragüenses, únicos y originales… Que bailen, se conserven con esos caites, trajes, tocados naturales, con amor. ¡Viva Masaya!”.
Nicaragua, con más de 11 bailes tradicionales, ha formado 153 escuelas de danza en todo el país, asegurando la transmisión de su identidad cultural a las nuevas generaciones.