Como parte de los 108 años del fallecimiento del príncipe de las letras castellanas, Rubén Darío, la comuna de Managua inauguró una exposición de obras dedicadas al panida nicaragüense.
A esta actividad desarrollada en la casa Arnoldo Guillén en el barrio Larreynaga, asistieron autoridades de la Alcaldía de Managua (ALMA), quienes invitaron a los vecinos para que acudan a ver las fotografías y algunas copias de los escritos del príncipe de las letras castellanas.
«Se les invita a las familias de todos los sectores a que visiten las casas de cultura y vean los talentos de cada uno de los jóvenes»; dijo Jenifer Porras, secretaria del consejo municipal de la alcaldía de Managua en el homenaje.
Invitó a los interesados en acudir a las casas de cultura a matricularse completamente gratis para que puedan aprender un oficio, tanto de pintura como de poesía.
Homenaje al príncipe de las letras castellanas Rubén Darío
Teresa Ramírez, una mujer adulta que se animó a pintar sobre Rubén Darío, también hizo un llamado a todas las personas para que consulten las casas de cultura y se matriculen.
El nicaragüense es reconocido a nivel mundial por su «buena pluma». Se destacó como periodista, diplomático y se le considera el máximo representante del modernismo literario en lengua española.
Rubén Darío sobresalió con grandes escritos, como «Azul«, un libro de cuentos y poemas publicado en Valparaíso, Chile, el 30 de julio de 1888; «Prosas Profanas» y «Cantos de vida y esperanza»; publicados en España en 1905.
En muchas escuelas y bibliotecas de Nicaragua, se está conmemorando con lecturas y actividades culturales al poeta que revolucionó la literatura hispana; convirtiéndose en un «influencer» de las letras durante el siglo XX.
¿Quién era el príncipe de las letras castellanas?
Félix Rubén García Sarmiento, mejor conocido como Rubén Darío, nació un 18 de enero de 1867 en Metapa, hoy municipio de Ciudad Darío; departamento de Matagalpa.
Falleció el 6 de febrero de 1916 en León, Nicaragua, donde fue enterrado. Según el escritor nicaragüense Jorge Eduardo Arellano, pasó un mes agónico en la casa de su cuñado Andrés Murillo; después de haberse recuperado de una pulmonía que le dio a raíz de una visita que hizo a Estados Unidos.