Taiwán es un país sumamente desarrollado que mantiene en perfecto equilibrio su ancestral cultura, historia y misticismo con un moderno desarrollo nacional, que ha sabido aprovechar una gran cantidad de recursos naturales y humanos.
Con esos elementos se ha convertido en un milagro económico y ejemplo para el mundo.
Historia y desarrollo
Está poblada por más de 23 millones de personas, que habitan los 35.980 km2 de superficie que posee esta isla ubicada en Asia, la cual atrae a millones de turistas cada año que disfrutan de sus bellezas naturales y de su variada gastronomía.
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Chiang Kai–Shek es un respetado militar y heredero político del Partido Nacional (Kuomintang), cuyo líder y fundador fue Sun Yat-sen, a quien se le reconoce como padre de la nación taiwanesa. En un imponente museo visitado por miles de turistas se aprecia su vida y obra.
Hablar de las virtudes del pueblo taiwanés de manera breve es difícil pues son muchas las características que destacan en su gente; el orden, la puntualidad, la disciplina, su capacidad de hacer sentir al extranjero como en casa, pero sobre todo su alto sentido de amabilidad, cortesía y servicio.
La modernidad que deslumbra la visitante se hace tangible en sus calles, estaciones de metro, el tren bala y el imponente edificio Taiwán 101.
La educación es realmente relevante teniendo en cuenta el bajo porcentaje de analfabetismo, reflejado en las cifras de empresas y corporaciones tecnológicas que se asentaron en el país y hacen de Taiwán el centro de innovación por excelencia.
“Una reforma agraria eficiente que impulsó la producción nacional y lo otro es la educación obligartoria. Taiwán sólo tiene 1.5 % de analfabetismo, por ejemplo, han hecho que este país se desarrolle”, señaló Julie Chiu, Consejera de Educación.
Nicaragua y Taiwán, relaciones de colaboración solidarias y fraternas
Pero este país también abre oportunidades para que naciones hermanas puedan enviar jóvenes a educarse. Nicaragua tiene una pequeña comunidad conformada principalmente por estudiantes que son beneficiados con becas otorgadas gracias a las excelentes relaciones entre el Gobierno de Taiwán y el Gobierno de Nicaragua, representada en este país asiático por el Embajador William Tapia, quien se ha ganado el corazón de los taiwaneses por su calidez y carisma.
“Taiwán es importante para Nicaragua porque siempre nos ha apoyado en todo lo que necesitamos. Siempre nos ha puesto el hombro, como decimos los nicaragüenses. Y para Taiwán, Nicaragua es la niña de sus ojos”, expresó el Embajador de Nicaragua en Taiwán.
Elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina
Como todo país, tiene un gobernante, el cual es electo mediante voto popular cada cuatro años.
Próximamente las urnas se abrirán para conocer quién tendrá las riendas del país por un periodo de 4 años. La primera mujer en ser presidenta de Taiwán es Tsai Ing-wen, quien está buscando su reelección el 11 de enero del 2020.
“Las elecciones actuales son muy importantes porque abarcan temas acerca de las relaciones de estrecho y cómo mejorar la economía y el futuro de los jóvenes” puntualizó el maestro Chao Show- Po, experto en política exterior.
Mientras Taiwán sigue buscando sumar más países que lo reconozcan como un Estado soberano, su gente se esfuerza cada día para seguir en los primeros lugares a nivel mundial. Por ejemplo su PIB para el 2018 ubicó a este país en el 19º lugar en el mundo, por encima de Japón y Corea del Sur, según datos recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El budismo sigue siendo la primer religión profesada en Taiwán.
Algo que no se debe dejar pasar por alto es su religiosidad y misticismo, templos de adoración budistas y taoístas sorprenden por la devoción de la gente que los visita y por supuesto con su ancestral arquitectura.
La mayoría de los taiwaneses adoran al Dios Buda, quien representa además una filosofía de vida que permite entrenar la mente y el cuerpo para alcanzar la iluminación y paz interior.
Taiwán es un país lleno de grandeza, montañas, reservas naturales, historia, cultura, pero, sobre todo, riqueza humana que se gana el corazón de quien lo visita.