Con una solemne eucaristía, se conmemoró este lunes el primer año del tránsito a la inmortalidad de su eminencia reverendísima, Cardenal Miguel Obando y Bravo, actividad que contó con la presencia de amigos cercanos, así como de la comunidad universitaria de la casa de estudios superiores que fundó y personal del cuerpo diplomático.
El clero de la Arquidiócesis de Managua también acompañó este servicio religioso especial, que se realizó en el lugar donde descansa el cuerpo del prócer de la paz y de la reconciliación.
Monseñor Bosco Vivas encabezó la eucaristía, quien reflexionó sobre la vida del cardenal emérito.
“Ciertamente habría tantas cosas qué decir de un amigo entrañable, de alguien a quien en este mundo por esa providencia maravillosa de Dios nos unimos en trabajo, nos alegramos y sufrimos juntos, son tantas las cosas, los pensamientos que se nos acumulan en nuestra mente y en el corazón”, sostuvo Monseñor Vivas.
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“El cardenal Obando, doy mi testimonio aquí ante el altar de Dios, no cabe duda que fue un hombre de Dios, buen pastor y cantábamos nosotros incluso que Dios es nuestro pastor, él es el supremo, el único pastor, de hecho, él es el obispo de nuestras almas, pero el señor en sus designios coloca algunas personas para que hagan presencia como pastor”, indicó Monseñor Vivas.
“El cardenal nunca abandonó su rebaño, en muchos momentos, me consta, expuso hasta la vida; se expuso a riesgos para poder hacer reflexionar, hoy descubrir en esta presencia que se hace casi sensible de un amigo que se fue ya a la eternidad, descubrir la providencia amorosa de Dios sobre cada uno de nosotros”, subrayó Monseñor Vivas.
“Siempre nos recordaba las palabras de San Agustín
“El cardenal era agradecido, humilde, sin pretensiones, no guardó rencor y predicó con su ejemplo”, finalizó Rivas.