Pese a que hace un año utilizaron las universidades públicas de Nicaragua como centros para generar el terror, en la actualidad volvieron a ser casas de estudios superiores para formar a estudiantes, los futuros líderes del mañana.
Hace un año, algunos estudiantes decían consignas defendiendo la lucha de los grupos delincuenciales. Sin embargo, el tiempo dio la razón: eran delincuentes, nunca fueron estudiantes.
“Para mí fue algo muy triste y preocupante”, dijo el estudiante de la UNAN-Managua, Alfonso Loáisiga.
“Los dirigía (Gonzalo) Carrión, el de los derechos humanos. Lo más triste es que logramos detectar que a algunas oficinas les ponían rótulos que decían: esta es la oficina de la tortura”, expresó el Vicepresidente de asuntos estudiantiles de la UNAN-MANAGUA, Daniel García.
“De repente entró un camioncito blanco con audio y un montón de personas y nunca supimos quienes eran porque nos obligaron a salir y empezó ese ambiente bien tenso”, valoró la estudiante Bielka Estrada.
No es casualidad que solo las universidades públicas hayan sido destruidas por el vandalismo, pues las privadas nunca fueron usadas como trinchera.
“Recuerdo que se apearon una bandera del Frente Sandinista y una profesora nuestra se las quitó y la arrastraron por todo el pabellón, queriéndole quitar la bandera. Ahí se vuelve a detectar a este señor del CENIDH dirigiendo la operación con gente de fuera”, añadió García.
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Su intención era destruir todo bien que fuera público y esto incluía ministerios, alcaldías, maquinarias y vehículos, creyendo que el daño se lo hacían al Gobierno para doblegarlo.
Los daños ascienden a 20 millones de dólares en destrucción de infraestructura, equipos electrónicos (1 mil 200 computadoras), materiales de laboratorio y vehículos (24 destruidos y 4 desaparecidos).
¿Algún estudiante llegaría a la universidad hacer esto? Porque no les bastó tan solo con destruir, también cometieron asesinatos. Una de sus víctimas fue el joven Cristian Emilio Cadenas, estudiante que murió calcinado, defendiendo el CUUN en León.
Otra victima también fue el dirigente de la UPOLI, Leonel Morales, quien fue salvajemente golpeado y tirado en un cauce, tras ser secuestrado por estos grupos criminales.
Además se ensañaron con los programas educativos que atienden de manera integral a la niñez, porque saquearon, destruyeron y quemaron el Centro de Desarrollo Infantil Arlen Siu, ubicado en los predios de la UNAN Managua.
“Aquí había todo un plan establecido, porque en las pizarras de algunas oficinas encontramos el plan estratégico que estaban desarrollando para derrocar al Gobierno, ya se estaban repartiendo las cuotas de poder del Gobierno. Esto no era nada al azar, no era una toma espontánea, era algo planificado y eso lo estaban remarcando ellos”, explicó García.
A pesar de que la dirigencia de UNEN fue desacreditada y perseguida, su reacción fue la de no corresponder con la misma moneda.
“Nosotros nos integramos a la mesa del diálogo nacional, esto con el objetivo de poder aportar y participar en ese acto que nosotros considerábamos que era el espacio idóneo para poder llegar a un entendimiento y poder aportar a la paz que el pueblo de Nicaragua siempre ha vivido”, destacó Mario Armengol, Presidente UNEN-Managua.
“Como podía creer yo que los estudiantes estábamos siendo masacrados por la policía o el Gobierno cuando yo no vi aquí a agentes de la policía que se vinieron a tomar el recinto; fueron delincuentes, fueron vagos, quienes hurtaron nuestras pertenencias”, puntualizó la estudiante Estrada.
Lo que un día fue una trinchera para defender una intentona golpista, por delincuentes disfrazados de estudiantes, hoy volvió hacer un aula de clases y una universidad para verdaderos estudiantes. Las clases se restablecieron, la aplicación de las becas continúan y los planes educativos siguen su curso.