El pasado 3 de junio pasó a la inmortalidad el Cardenal Miguel Obando y Bravo. A un mes de su partida, quienes le conocieron destacan que su legado a favor de la paz y reconciliación sigue vigente, sobre todo ante la difícil situación que vive el país.
A lo largo de este mes, los amigos y la gran familia católica del Cardenal Miguel pedía a Dios y a la Virgen Auxiliadora por el eterno descanso de quien sin lugar a dudas es uno de los personajes más importantes de la historia del país.
“Es un gozo saber que tenemos un santito allá en el cielo que intercede por nosotros”, dijo Sor Ana Alicia Mejía, Sierva Misionera de la Congregación de Cristo Rey.
Un mes se cumple de su partida a la Casa del Padre y quienes le conocieron de cerca, extrañan su cercanía y su palabra de amigo.
“Aunque tengamos la fortaleza de la fe, si se siente marcada la ausencia del Cardenal, esa palabra de aliento; era un hombre con una visión fuerte del futuro (…), no hay duda que eso lo tuvo él por la experiencia larga en Nicaragua en todas estas épocas que hemos vivido los nicaragüenses, sí es marcada la diferencia, su ausencia, porque él alentaba mucho, era un hombre de palabra de esperanza”, expresó Monseñor Eddy Montenegro.
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En la Universidad Católica, casa de estudios fundada por el Cardenal Miguel, la comunidad siente su falta física, su cariño fraterno y apoyo espiritual.
“Sin embargo, a pesar de esa ausencia física, lo sentimos más presente hoy que nunca, recordando ese legado que nos dejó que es trabajar por los jóvenes, trabajar por la educación, apostar por esa educación que es la base de desarrollo de cualquier país”, reflexionó Michelle Rivas, rectora de la UNICA.
Como un padre, pastor, amigo y bienhechor; así lo recuerdan las religiosas que trabajaron mano a mano con el primer Cardenal en la historia de Centroamérica.
“Yo lo vi a él como una persona siempre dada al diálogo, a la paz, siempre una comunicación y una fuerza interior que solo la da el Espíritu Santo”, valoró Sor Ana Alicia.
“A Su Eminencia se le conoció por un amor a su pueblo y se le observó en todo momento de llevar un mensaje de paz”, comentó Sor Martha Jeréz.
Los fieles destacan que parte del mensaje que brindaba el Cardenal cuando visitaba las parroquias era el amor a la familia, la unidad y el amor a Jesucristo y a la Virgen.
“Una persona muy agradable, un santo varón, también él estuvo con nosotros en todas nuestras ceremonias religiosas”, recordó Sor Lucy Lira, hermana Carmelita del Divino Corazón.
Hoy más que nunca, en los momentos difíciles que vive el país, se recuerda el trabajo incansable del Cardenal Miguel a favor de la paz y reconciliación.
“Él decía siempre que le preguntaban eso que los seres humanos para arreglar las situaciones de dificultad que hay, ya sea en una sociedad o en una nación, en una comunidad de naciones o en una familia, es el diálogo”, destacó Monseñor Eddy.
En su papel de mediador en momentos cruciales de la historia, Su Eminencia siempre apostó por la paz y creyó en los nicaragüenses.
“La mejor manera de hacerlo, y es lo que nos decía Su Eminencia siempre, es a través del diálogo y eso nos lo enseñó la historia. Nuestra patria ha sufrido guerras, sin embargo, hemos llegado a sentarnos siempre en las mesas de diálogo y es ahí donde se han resuelto todos los problemas que hemos tenido, no solamente en Nicaragua, sino en el mundo entero”, refirió Michelle Rivas.
“Creo que el legado que nos deja más que todo es el de reconciliarnos como hermanos, es el perdón. Una persona que no perdona y que no ama no puede ser hijo de Dios”, opinó.
“Yo confío mucho que en este momento, Su Eminencia está orando ante la presencia de nuestra Madre Santísima, María Auxiliadora, para que en Nicaragua reine la paz”, puntualizó.
El Cardenal Miguel deja para el país una vida ejemplar de entrega a Dios y servicio al prójimo, pero sobre todo una lección como mediador, impulsador de diálogo y promotor de la paz y reconciliación.