A 39 años de una de las hazañas político militares más extraordinarias en la historia de Nicaragua, una de las conclusiones es la tenacidad y la perseverancia por mantener la paz y la tranquilidad.
25 guerrilleros nicaragüenses se tomaron por más de 45 horas uno de los edificios más emblemáticos del antiguo centro de Managua, entonces ahí convergían algunos poderes políticos e instituciones claves de la cruel dictadura somocista.
Comandados por Edén Pastora, los patriotas ejecutaron un tenaz operativo considerado uno de los golpes mas fuertes al gobierno somocista.
Entre una de las tácticas más asombrosas es que lograron confundir a mas de 2,500 personas que estaban en el edificio porque los guerrilleros hacían creer que eran mas de cien al llevar una numeración aleatoria en sus uniformes.
En la acción militar revolucionaria conocida como la Operación Chanchera participó Porfirio Jalina, José Hermógenes, Eddy Olivares e Israel Ramírez, todo ellos integraron el comando Rigoberto López Pérez y tienen un testimonio memorable de aquel día del asalto.
La misión que tenían era liberar bajo negociación a unos 80 presos políticos de la época, entre ellos estaba el Comandante Tomás Borge Martínez.
“Desde el momento nosotros dijimos que vamos a dar un golpe que vamos a estremecer al mundo”, explica Hermógenes.
“La guardia quiso penetrar pero le repelimos el ataque y no pudieron entrar”, recuerda Jalina.
“Encontramos a José Somoza, varios grandes de la época de Somoza, casi nadie se dio cuenta, habían diputados que estaban sesionando“, sostiene Ramírez.
Casi las cuatro décadas después, el Palacio esta sumergido con la cultura nicaragüense. “Tenemos la Plaza de la Revolución remozada, iluminada, tenemos el tiangue Monimbó y la nueva Plaza 22 de Agosto, el acto es el secuestro más grande de la historia”, indica el codirector del Instituto de Cultura, Luis Morales.
“Nosotros dimos este golpe porque era una necesidad histórica, cuando en Nicaragua se practicaba un sistema de explotación del hombre por el hombre, para que el mundo volteara los ojos a Nicaragua y sí el mundo nos vio y se quedó estupefacto”, relata Edén Pastora.
“Fue un operativo limpio, usamos la imaginación volátil que nos permitió engañar al enemigo”, comenta el comandante Eden.
La operación también llamada muerte al somocismo, despertó la conciencia de un pueblo y tejió esperanza para que al año siguiente en 1979 finalmente se terminara con la tiranía.