Gema Elieth López abrió los ojos en el Hospital Lenín Fonseca, Managua, sin estar consciente de lo que le había pasado. Ella no vio una camioneta blanca que se dirigía hacia ella y su hermano.
Solo sintió el impacto. Los minutos siguientes fueron de caos, en los que recuerda que jamás le soltó la mano a su hermano y que a su vez ella gritaba que la dejaran tal y como estaba: “estaba desbaratada, sentí que me iba a morir”. Su vientre abultado con ocho meses de embarazo lo sintió “pachito, pachito”.
La conductora de una camioneta identificada como Blanca Azucena Acevedo Ramos de 45 años, circulaba en dirección este a oeste cerca de la terminal de la Ruta 115 de Ciudad Sandino, y al llegar a la intersección realizó un giro a la izquierda con dirección hacia el sur. “Y por falta de precaución al conducir, realiza un giro indebido hacia la derecha siendo esta la causa del accidente”, se lee en el informe de la policía.
El accidente ocurrió el domingo 7 de noviembre de 2016, cuando Gema junto a su hermano regresaban de comprar un litro de leche para satisfacer los antojos de bebérsela licuada con banano. Ellos iban bien sobre la acera, fue la camioneta y la desgracia los que le salieron al paso.
Estando consciente que estaba en el hospital, no fue su familia quien le dio las dos trágicas noticias. Fueron psicólogos del Hospital Lenín Fonseca. Su pierna izquierda tuvo que ser amputada hasta por encima de la cadera y la bebé que esperaba con tantas ansias, había muerto. A sus 20 años, Gema había perdido a su bebé y además jamás volvería a tener la oportunidad de ser madre. “Se lo dejo a Dios.. pero todo en esta vida se paga, decía en mi mente… era mi única hija que yo deseaba y al ver que le pasara eso, mil veces hubiera preferido morir yo y que ella estuviera viva”, relata entre llantos Gema.
Como si estos golpes de la vida no hubiesen sido suficientes, durante los cuatro meses que estuvo internada en el Hospital Lenin Fonseca sufrió una gran decepción y experimentó el desprecio de quien jamás se imaginaría que se lo haría: su mamá.
Según relata Gema, su madre se excusaba por no cuidarla en el hospital alegando falta de dinero.
Fueron tres duros golpes que pueden sumir en depresión a quien los sufre, pero no a Gema. Ella es consciente que con sufrir y amargarse no remedia nada. Le planta una sonrisa a la vida, aún cuando la crisis económica le hace más difícil la existencia porque no tiene para comprar bolsas de colostomía y bolsas de drenaje para orina -que los usará por siempre-, apósitos de gasa estériles, pañales desechables para adultos, esparadrapo, Sufrexal (gel cicatrizante) , solución salina, toallas húmedas, agua filtrada e incluso debe llevar una dieta balanceada pero por su pobreza le cuesta mantener.
Gema necesita de su colaboración. Vive en Ciudad Sandino, posa en casa de una prima cuya dirección es de la parada Las Palmeras, 4 cuadras al sur, 1 cuadra arriba y atiende el celular número 8942-0052.
