Hace 52 años, un terremoto cambió para siempre el rostro de Managua. Era la madrugada del 23 de diciembre de 1972 cuando la tierra rugió con una furia implacable.
En apenas 30 segundos, la capital nicaragüense, vibrante y llena de vida, se convirtió en un campo de escombros. La magnitud 6.2 del sismo no solo derrumbó edificios; aplastó sueños, arrancó vidas y dejó a una ciudad entera en duelo.
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Managua, aunque modesta, era una joya en Centroamérica. Sus calles conectaban bancos, iglesias, cines y restaurantes que bullían de actividad.
Esa noche, lugares como el Night Club Versalles, conocido por sus espectaculares shows, y el Gran Hotel, que se preparaba para una gran despedida de año, rebosaban de vida. Sin embargo, en cuestión de segundos, todo quedó reducido al silencio y al caos.
Managua en la memoria
Las primeras luces del día revelaron un escenario apocalíptico. El aire olía a polvo, y los gritos de auxilio resonaban entre los escombros. Familias enteras desaparecieron bajo los techos que una vez los protegieron, y la ciudad que nunca dormía quedó desierta.
Hoy, Managua aún carga las cicatrices de aquella tragedia. Las ruinas de su centro histórico son testigos mudos de un pasado que no se olvida. Pero, a pesar del dolor, la ciudad se levantó.
Su gente, resiliente como pocas, reconstruyó no solo edificios, sino también el espíritu de una capital que se negó a ser vencida.
Recordamos este aniversario no solo con lágrimas, sino con la esperanza de que la memoria de los caídos inspire a las generaciones futuras a construir una Managua más fuerte y solidaria. La tragedia unió a un pueblo que nunca olvidará aquella fatídica madrugada.
Recordando el terremoto que cambió todo
Hoy, Managua brilla con el resplandor de una ciudad que ha renacido de sus propias cenizas. A 52 años del desastre que marcó su historia, la capital de Nicaragua se presenta como un símbolo de resiliencia y transformación.
Su renovada modernidad coexiste con la calidez de su gente, mientras sus vibrantes calles, llenas de cultura y color, invitan a locales y visitantes a explorar un destino turístico único en el corazón de Centroamérica. Managua es más que una ciudad; es el reflejo vivo de un espíritu que nunca dejó de soñar en grande.