"No toqué ni una sola guitarra para hacer esto", le dijo Gustavo Cerati a Gonzalo Córdoba cuando le hizo escuchar los demos de Fuerza Natural, su último disco, que hoy cumple diez años. Era una tarde de octubre de 2008, y el ex líder de Soda Stereo había convocado al guitarrista al estudio Unísono, para que lo ayude a definir cómo iban a tocar los instrumentos con las maquetas que había armado con el programa Ableton Live en su computadora. "En ese primer demo estaba todo: la forma de los temas, las intenciones que tenía", dice Córdoba. "Gustavo era un genio de la tecnología".
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Con los demos listos y la idea de hacer un disco psicodélico que fuera un viaje de principio a fin, Cerati llamó a Richard Coleman para que lo ayudara con las letras, que era lo que más le costaba hacer. Coleman se puso a investigar y armó un tomo con todo lo que encontró sobre el glosario clave de la psicodelia y sus artistas. Tradujo canciones de Jimi Hendrix y Syd Barrett y recopiló poemas de Robert Creeley, entre otros autores. "Encontré que de lo que se hablaba era de los planetas, el mundo subacuático, animales, flores y niños", dice Coleman. "Con esa cosmovisión se podía decir otra cosa, algo actual, pero que sonara psicodélico".
Para Fuerza Natural, Cerati trabajó más que en sus discos anteriores. Se detenía el tiempo que creía necesario, así fuera toda la noche, hasta lograr llevar adelante la idea que tenía en su cabeza para cada canción. "Yo nunca vi a nadie trabajar de esa manera, tan obsesivo, perfeccionista, incansable de la concentración", dice Córdoba, que recuerda que durante el momento de ejecutar el riff de "Fuerza Natural", "el quía" -como le siguen diciendo con afecto sus colaboradores- estuvo entre seis y ocho horas para que suene como está en el disco. "Son tres acordes, pero probamos diferentes posiciones, guitarras, amplificadores y pedales hasta que quedó como quería".
Luego de un largo proceso de mezcla, para junio el disco ya estaba terminado. "Estaba mezclando algún tema y lo tenía respirando al lado", afirma Castillo entre risas. Le dije "brother dejame cinco minutos para seguir explorando yo". Quizás se enojaba, pero entendía. "Lo tuve que echar de su propia sala".
El resultado fue disco clásico, atemporal, considerado por muchos como la su obra maestra y la cumbre definitiva del estilo ceratiano. Un sonido híbrido entre folk, rock progresivo, programaciones espaciales y capas de guitarras acústicas, teñido por el aura intergaláctica de la cosmovisión de Cerati. "A diez años sigo pensando que no tiene punto flojo", afirma Taverna. "Es lo mejor que hizo Gustavo", asegura Coleman. "Está al nivel de The Dark Side of The Moon de Pink Floyd. No hay otro disco del rock nacional que llegue a esto".