Este viernes, los fans de Céline Dion festejan los 50 años de la artista en diversos puntos del orbe, aunque no hay sitio donde este aniversario tenga mayor eco que en Quebec, la provincia francófona de Canadá donde nació. La diva llega a su aniversario en un momento delicado para su salud. La artista anunció hace unos días mediante un comunicado publicado en su cuenta de Facebook la cancelación de los conciertos previstos para el próximo mes en el Colosseum del Caesars Palace de Las Vegas, debido a una intervención quirúrgica. La intérprete lleva meses luchando contra una afección en su oído, un mal conocido como Trompa de Eustaquio Patulosa que causa irregularidades en la audición y hace que cantar se convierta en una tarea imposible.
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La prensa de Montreal ha subrayado desde hace días el reconocimiento general de los quebequenses hacia Dion, aunque no siempre fue así. “Muchos la han apoyado desde el principio, pero la élite cultural la criticó durante años. Les parecía imposible que pudiese triunfar a nivel mundial. Creían que iba a sacrificar su identidad y temían que la imagen de Quebec estuviese asociada a una persona con poca preparación intelectual”, señala Nicolas Tittley, periodista cultural en Radio-Canadá y Tele-Quebec. “Céline calló muchas bocas. Sigue siendo muy quebequense, con esa sencillez tan característica, y muestra orgullo por sus orígenes. Puedes adorar o detestar sus canciones, pero se ha hecho respetar”, añade. Los premios y los estadios a reventar han sido prueba del talento de Céline. No obstante, todo comenzó en una modesta casa de la campiña quebequense.
Charlemagne es un pueblo ubicado a 25 kilómetros de Montreal. Ahí nació el 30 de marzo de 1968 Céline Marie Claudette Dion, hija de Adhémar –carnicero, vigilante, entre otros oficios- y Thérèse –empleada en un almacén-. Céline y sus 13 hermanos fueron educados en la fe católica y con recursos limitados, aunque sin rayar en la pobreza. “Nada nos faltó. No sé cómo lo lograron mis padres”, contó la intérprete en una entrevista en 1989. Los Dion mostraban pasión musical. Escuchaban canciones del folclor quebequense y éxitos de Francia y Estados Unidos, además de actuar en eventos como banda familiar.
La primera vez que Céline exhibió la voz fuera de casa fue a los cinco años, en la boda de un hermano. “Dicen que suplicaba para que me dejaran cantar más”, aparece en su biografía Ma vie, mon rêve. Pocos años después, los Dion abrieron un bar llamado Le Vieux Baril, donde la pequeña dejaba anonadados a los clientes con las cuerdas vocales. Cuando la niña tenía 12 años, la familia envió una cinta con su voz a un productor de Montreal de 38 años y con raíces sirio-libanesas: René Angélil. Céline conquistó Quebec y dio el salto a la Europa francófona, bajo las indicaciones de Angélil. Luego recibió cursos de inglés y cambios en la vestimenta (y uno que otro por medio del bisturí). El éxito internacional llegó. Tittley señala: “Céline ha sido la primera estrella global de Quebec. Hoy no nos sorprende el éxito del Cirque du Soleil o de cineastas como Denis Villeneuve. Ella representó un ejemplo para varios artistas”.
Se casó con René Angélil en 1994 y fue madre de tres hijos. Su esposo falleció en 2016. Fue su año más trágico en el que también perdió a uno de sus hermanos. La artista publicó un vídeo resumen de lo que fueron esos meses tras la muerte de su marido. “Mi voz no resuena sin ti. Has hecho realidad mi sueño de infancia. Espero haberos inspirado para que alcancéis los vuestros”, decía.
Últimamente, Céline Dion ha aparecido en la prensa sobre todo por razones ajenas a su voz. Se han citado sus coreografías subidas de tono, su línea de bolsos y sus fotografías luciendo ropa vanguardista. Y es que la moda ha sido su forma de superar el luto. Así lo asegura quien la ha ayudado en ese proceso, el estilista o “arquitecto de imagen”, como él se define, Law Roach. “Ella me atribuye a mí, a lo que hicimos, a la ropa, los zapatos, la semana de la moda, los espectáculos. Todo eso la ayudó a poder sobrellevar el proceso de duelo”, contaba a Vanity Fair. Y, sin embargo, ¿qué se le puede reprochar? Ha sido una máquina artística desde la infancia bajo el cobijo de un mánager convertido en marido. La diva de Charlemagne vive la juventud a los 50 años.