El pasado mes de septiembre, el cantante británico Robbie Williams suspendió los conciertos de su gira en Moscú y San Petersburgo por “enfermedad”. En octubre, publicaba un vídeo en su canal de YouTube en el que aseguraba estar recuperándose, pero ha sido ahora cuando el artista ha desvelado los motivos reales que le llevaron a bajarse de los escenarios temporalmente: estuvo una semana ingresado en la unidad de cuidados intensivos después de que los médicos le encontraran unas anomalías en el cerebro y lo que en un primer momento parecía una hemorragia. “Mi brazo izquierdo se entumeció y no dejaba de babear por un lado de boca”, ha contado Williams a The Sun. “Tenía dolor de cabeza y también tenía problemas para respirar”, ha contado al diario británico sobre los momentos que vivió en el backstage de su concierto del 2 de septiembre en Zúrich.
El médico visitó al artista, de 43 años, y le aseguró que podría continuar con su gira Heavy Entertainment Show. “Tras el concierto, mi brazo seguía entumecido y aún babeaba”, recuerda Robbie Williams. A su regreso a Londres, y antes de emprender su viaje hacia Rusia, decidió ir al médico. “Me hicieron análisis, y varios escáneres incluyendo de corazón y cerebro, y encontraron algunas anomalías, incluido algo en mi cerebro que parecía sangre. Eso, obviamente, me dio mucho miedo, así que la decisión [de ir a Rusia] ya no era mía y me enviaron directamente a la unidad de cuidados intensivos”, explica quien alcanzó la fama en la década de los noventa con la boy band Take That llegando a vender más de 10 millones de discos.
Durante su estancia en el hospital, le monitorizaron y le realizaron un examen completo, y, tras siete días, le dieron el alta después de realizarle un escáner final tras el que le dieron el visto bueno para poder volar a Los Ángeles, donde ha estado dos meses recuperándose (“me dijeron que no hiciera nada estresante, solo dormir y cuidarme”). “Estaba confundido y tenía miedo, pero sabía que estaba en el lugar adecuado”, recuerda de esos momentos y del shock que fue para él pasar de estar de gira un día a de repente encontrarse en cuidados intensivos, además sin poder ver a su esposa Ayda Field, con quien se casó hace siete años, y a sus dos hijos, Teddy (de 5 años) y Charlie (de 3) —cuyo nacimiento retransmitió casi en directo en su Instagram—, quienes en esos momentos estaban en EE UU.
Ahora se encuentra bien, pero este episodio hizo que Robbie Williams, que lleva 18 años sobrio tras sus problemas con el alcohol, haya pensado mucho sobre su vida. “Esto me enseñó que tengo 43 años y no 23, y que tengo que cuidar mejor de mi mente y mi cuerpo”, resume de este episodio el cantante, que ahora practica yoga, pilates y meditación, además de seguir una dieta vegana, para dejar a un lado sus problemas de ansiedad. “Aun teniendo todo lo que yo tengo, uno no es invencible. Así que a partir de ahora cuidaré de mí mismo con mucho más cuidado”.
“Toda la experiencia me dio verdadero terror, porque he estado en algunos sitios muy oscuros antes, pero entonces tenía 23, 27 o 32 años”. Unos episodios oscuros que es más que probable que hagan referencia a sus problemas de adicción con el alcohol y las drogas —que le han llevado un par de veces a rehabilitación— y su lucha contra la depresión. De eso también habla en su último libro, Reveal, en el que repasa su última década y habla de los momentos de ansiedad neurótica que vive, y como a veces le supera la presión de la fama o el tener que actuar ante miles de personas. “Toda mi vida no gira en torno a un estado neurótico y deprimido, pero sí que aparece en gran medida”, confesó hace unos días en una entrevista de radio. “Este trabajo es muy malo para mi salud. Va a matarme. A no ser que lo vea de un modo diferente”, se confesó con The Sunday Times Magazine el pasado noviembre. En cualquier caso, la estrella del pop y de éxitos como Angels —canción de la que se acaban de cumplir 20 años desde su lanzamiento— ya ha retomado su vida y en febrero reiniciará su gira en Australia.
