En el segundo día de la inauguración del Bar-Restaurante 1979 la banda que llegaría a fluir con todos los asistentes sería Un Rojo, originaria de Costa Rica y que en esta visita a Nicaragua la verdad es que se la pasaron bárbaro bailando a todo dar con el público presente, dejando sudor y pasión en el escenario.
Yo jamás había tenido oportunidad de escucharlos en vivo y la verdad es que son unos profesionales de pies a cabeza, desde que arrancó el toque en este nuevo local cultural y sala de conciertos en Managua, se pudo capturar toda la esencia que los hace ser tan buenos músicos. Es una sincronización impresionante de instrumentos que son ejecutados con el corazón. Es primera vez que siento en carne viva esa vibra que representa el reggae latinoamericano, es algo que va mucho más que armonía y danza, es como un espíritu que se eleva alto y que se compenetra en cada alma que fluye en la misma frecuencia.
El concierto comenzó a eso de las 10:45 pm del viernes 24 de noviembre y se prolongó por aproximadamente dos horas, mismas que la verdad no se sintieron. Era salvaje poder ver a la gente muy cerca del escenario bailando de un lado a otro y cerrando los ojos para absorber la excelente música que produce este grupo fundado en 2004. Imponente sobre todo fueron las dos damas que son también vocalistas en Un Rojo, quienes hacen todo un espectáculo en su show en vivo, bailan coreografías muy llamativas y que en lo personal se me hizo como esas danzas en honor a la naturaleza, a la Madre Tierra, quizás se me vino esa imagen por la ropa que usaban con un estilo a pinturas africanas.
Y de África podemos decir que también había mucha influencia porque esta banda además de poseer un estilo reggae con roots y rock, igualmente se les siente un ritmo afro-caribeño muy sabroso, muy cálido y a la vez potente porque a como dice un amigo mío no la dejaban caer, la energía estaba presente en cada instante y eso fue maravilloso.
En un momento ya en la segunda mitad del concierto y acercándose a un final que nadie quería que llegara, subió al escenario la siempre enérgica Misis Francis, nuestra propia princesa caribeña, quien metió sazón apenás interactuó con el micrófono lanzando aquellos versos rapeados a como solo ella puede hacerlo, pero también adaptando una de las rolas de Un Rojo a su propio estilo. Los mismos miembros de la banda se les notaba contentos y hasta sorprendidos de ver la habilidad e improvisación de esta morena con fuerza espiritual sin comparación.
La verdad no había escuchado mucho de este grupo pero después de este toque se agregó automáticamente a mi playlist por esas voces maravillosas, cambios de intensidad en la guitarra, un bajo que tenía una personalidad increíble y arreglos del más alto nivel técnico que produjeron en mí, y en todos los presentes, una satisfacción profunda. Los Un Rojo son unos maestros para transformar música en una sensación corporal inigualable. Lo recomiendo al mil.
