"La música pop es muy mala ahora", le dijo René Pérez a su interlocutor en una cabaña en pleno centro de Asia durante la odisea que le llevó por medio mundo tras sus antecedentes genéticos para grabar su primer disco en solitario, después de hacerse acreedor de 25 Grammy Latinos con Calle 13.
"Este tipo de proyectos no es común hoy en día y este grado de honestidad dentro de la música es algo que hace falta, porque los artistas tienden a buscar un hit, no a hacer lo que quieren", opina el músico puertorriqueño, más conocido como Residente, durante una charla mantenida hoy con Efe en Madrid.
Lo cuenta tras proyectar ante los periodistas el documental que próximamente estará disponible en plataformas digitales para contextualizar aún más la elaboración de su reciente debut, "Residente" (Sony Music), disco que ha concitado la unanimidad de crítica y público y que parte de un análisis genético.
"Me pareció relevante ponerme a mí como ejemplo de que todos venimos de diferentes lados y de que todos somos iguales en ese sentido -'anormales', canta en uno de sus nuevos cortes-, en un momento en el que la gente pelea por la raza, por la religión, por decir que somos puros e instalar más barreras a los inmigrantes", explica.
Para ello, Pérez (San Juan, 1978) dejó en suspenso la banda más galardonada de la historia en su mejor momento y empezó de cero, como un estudiante remozado, toda una proeza para quien en el documental se describe como un muchacho "hiperactivo y con déficit de atención que pasó por cinco escuelas".
"Con este disco me he doctorado en humanidad y en lingüística por las barreras que impone el idioma donde no hay otra posibilidad de entenderse que no sea a través de la música y cuando hace falta mucha sutileza en las palabras", señala.
Con la mochila a la espalda, viajó a los países que menos imaginó que contendría su sangre, empezando por la ciudad rusa de Kyzyl, cerca de la frontera con Mongolia, "el lugar más lejano del océano", y compuso un álbum que viaja del frío de "Intro ADN/DNA" al calor de su Puerto Rico natal en "Hijos del cañaveral".
En ese "camino que recorrieron sus letras", quiso escuchar la otra versión de la historia, la de los que perdieron. "Es algo que siempre he hecho para entender bien el mundo", dice.
"Todos venimos de una mujer negra en África", afirma el músico, idea que convirtió en imagen literal y polémica para el videoclip de su primer sencillo, "Somos anormales", y en un principio que a lo largo de todo el disco, plagado de "voces femeninas fuertes", reivindica el poder del erróneamente denominado "sexo débil".
Grabó con una orquesta de 70 músicos en Moscú y en Praga, pero desechó el resultado en pos de la coherencia en un disco que se construye como un mapa sonoro entre panduris de Georgia, tubas y otros instrumentos autóctonos, con las dosis justas de "chocolate en la leche" para hacerlo más "accesible" a paladares profanos.
"Les di muchas vueltas a cada tema. Hubiese sido menos complejo llenarlo de músicas del mundo, pero habría sonado muy 'world music'. Puede serlo, pero el resultado no lo parece, porque tiene un sonido nuevo, electrónico sin perder el hip hop, y se siente moderno", considera.
Al final, logra proezas musicales como hermanar Latinoamérica con los Balcanes (con la ayuda de Goran Bregovic) o con China, hasta regresar a su origen más inmediato, Puerto Rico, al que en el documental dedica un extenso epígrafe para explicar su posición en contra del estatus de "estado libre asociado a Estados Unidos".
"No tengo rencor a EE.UU. y menos a la gente, que a menudo son víctimas de sus gobiernos, aunque les voten. Nunca ha sido mi discurso estar en contra de EE.UU., aunque sea independentista", precisa René Pérez.