Hallan en Canadá más de 170 posibles tumbas sin identificar en el territorio de una antigua escuela residencial donde fueron internados miles de niños aborígenes.
Un grupo indígena comunicó este martes que con la ayuda de un radar de penetración en el suelo localizaron 171 «anomalías» en los terrenos del cementerio propiedad de la Escuela Residencial Indígena St. Mary, en la localidad de Kenora, provincia de Ontario.
Esas «anomalías» se corresponderían con entierros no documentados de niños aborígenes. «Con la excepción de cinco lápidas, el resto no está marcado por ninguna lápida», señaló el grupo indígena.
Cabe destacar que, la Escuela Residencial Indígena St. Mary, que funcionó entre 1897 y 1972, fueron internados un total de 6.114 menores indígenas.
Según registros de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación canadiense; al menos 36 niños murieron en esa institución, si bien la cifra real podría ser mayor.
El ministro de Desarrollo del Norte y Asuntos Indígenas de Ontario, Greg Rickford, ofreció sus condolencias al grupo indígena.
BREAKING NEWS: Over 170 'plausible burials' detected in search for unmarked graves at former Kenora residential school site#schooL #graves https://t.co/kmsOzcQupd
— MSN Canada (@MSNca) January 17, 2023
Genocidio cultural en Canadá
Y además, aseguró que apoyará tanto las investigaciones como «la curación de los sobrevivientes, sus familias y los miembros de la comunidad que sufren problemas de salud mental y adicciones, debido al trauma intergeneracional y los daños infligidos por dicho sistema escolar».
Las investigaciones, impulsadas por los propios indígenas de todo el país, han encontrado desde mayo de 2021 evidencias de al menos 1.800 posibles tumbas sin identificar que contendrían los restos de menores indígenas.
En total, unos 150.000 niños pertenecientes a minorías étnicas fueron matriculados en esos internados en todo Canadá desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990, en el marco de una política gubernamental de asimilación forzada.
La mayoría de esos establecimientos eran operados por la Iglesia católica. Los menores pasaron meses o años aislados de sus familias, idioma y cultura. Y muchos fueron víctimas de abuso físico y sexual por parte de directores y maestros.
Según datos oficiales que aún se consideran incompletos, unos 6.000 niños acogidos en las escuelas residenciales murieron; en su mayoría por desnutrición, enfermedades o negligencia, lo que la Comisión para la Verdad y la Reconciliación calificó de «genocidio cultural».