El propio papa Francisco expresó su dolor y vergüenza por el informe que da cuenta de más de 330.000 casos de abusos sexuales en la iglesia católica de Francia.
Sin embargo, en medio del rechazo mundial, en París el debate gira en torno al secreto de confesión y su relación con el silencio cómplice de la jerarquía eclesiástica. En la víspera, Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, echó leña al fuego al afirmar que el secreto de confesión “es más fuerte que la ley y la República; abre un espacio de palabra, libre, que se hace ante Dios”.
Estos detalles teológicos alimentan esa vergüenza que dijo tener el sumo pontífice ante la falta de reacción de su iglesia. Y es el factor que lo obligó varias veces a pedir perdón por la omisión del colegio cardenalicio: días antes de que la pandemia paralizará al mundo, las denuncias de pederastia habían provocado la renuncia de cinco cardenales.
Por si fuera poco, al escándalo francés se sumaron las revelaciones de los papeles de Pandora que, entre otras cosas, detallan cómo los jerarcas de Los Legionarios de Cristo manejaron 250 millones de dólares a través de empresas en paraísos financieros.
Más víctimas de la Iglesia católica
La grave denuncia en Francia puede ser la que más víctimas involucra, pero no es la única. Solo en EE. UU. la Iglesia católica ha pagado más de 3 mil millones de dólares en indemnizaciones por abusos sexuales cometidos en 50 diócesis de todo el país.
En Australia fueron 4.500 las víctimas de abusos sexuales cometidos por casi dos mil sacerdotes. El año pasado, en Irlanda, una comisión reveló la muerte de hasta 9.000 menores en hospicios administrados por órdenes religiosas católicas y autoridades estatales.
Denuncias de pederastia
Algo similar a lo revelado recientemente en Canadá, donde curas y pastores se confabularon con el Estado para maltratar y asesinar a miles de niños procedentes de las naciones originarias.
En Alemania, la tragedia de los abusos empezó con la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial. Desde 1945 hasta el 2015, más de 3 mil escolares fueron abusados por curas y personajes como Georg Ratzinger, hermano del papa Benedicto XVI.