A finales de diciembre del año 2014, un volcán submarino en Tonga, en el Pacífico Sur, hizo erupción. Este imponente fenómeno natural envió una corriente violenta de vapor, ceniza y roca al aire.
Todo el material incandescente se elevó hasta 9 kilómetros hacia el cielo, desviando vuelos. Cuando las cenizas finalmente se asentaron en enero de 2015, una isla de 120 metros nació entre dos islas más antiguas.
Nuevas imagenes de la isla del volcán Tonga
Tal y como muestran las imágenes del satélite Copernicus Sentinel, la isla del volcán Hunga Tonga-Hunga Haapai, que registró una erupción violenta el 15 de enero, con un gigantesco hongo de vapor, gas y ceniza, ha desaparecido en su práctica totalidad.
En las nuevas imágenes, solo quedan vestigios de aquellas dos islas iniciales. La isla resultante estaba formada principalmente por la acumulación de roca magmática fragmentada.
Desde el momento en que se formó, la isla ha estado siendo objeto de vigilancia y monitorización, dado que ya se suponía que no iba a tener una vida demasiado larga.
Así mismo, los científicos no se equivocaron y, finalmente, Hunga Tonga-Haapai es ya solo un recuerdo del que solo dejan testimonio las imágenes tomadas durante su existencia.
La erupción volcánica iniciada días atrás fue de tal intensidad que se sintió hasta en Alaska, donde provocó un oleaje que alcanzó las costas del Pacífico, desde Japón hasta Estados Unidos. En Perú dejó dos muertes por el oleaje.
Los países vecinos y las agencias internacionales siguen evaluando la magnitud de los daños. La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, dijo que son “significativos”.
La explosión volcánica del sábado dañó gravemente la capital del archipiélago de Tonga, Nuku’alofa, cubierta de ceniza, y cortó un cable de comunicaciones submarino.