En medio del pánico mundial provocado por la aparición de la variante ómicron, Sudáfrica se plantea decretar obligatoria la vacuna anti-covid; pese a fuertes resistencias; que dividen al mundo laboral y desatan el debate entre especialistas en Derecho.
La semana pasada; un equipo de investigadores de Sudáfrica anunció haber detectado una nueva variante de COVID-19.
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El domingo el presidente Cyril Ramaphos anuncióque un equipo calificado trabajaría en «la posibilidad de volver obligatoria la vacunación para ciertas actividades y en lugares específicos». Hace menos de un añohabía dicho que «nadie sería obligado» a vacunarse contra COVID-19.
Desde ese momento, abogados y académicos han afinado sus argumentos ante los medios de comunicación, enfrentando conceptos como la integridad física y libertad de opinión con la preponderancia del interés común; de acuerdo a la Constitución.
Esta democracia joven, desigual en la realidad, cuenta con una de las leyes fundamentales más progresistas del mundo: su Constitución; implementada tras la caída del apartheid; fue concebida precisamente para crear una sociedad más justa.
Vacunación obligatoria en Sudáfrica
El presidente recibió un apoyo inesperado, el del poderoso COSATU, la mayor central sindical, con tiene dos millones de afiliados y es afín al gobernante partido Consejo Nacional Africano (ANC). «Nuestra posición cambió»; indicó el lunes el sindicato, afirmando que ahora está a favor de la vacunación obligatoria.
Antes de este cambio, los sindicatos habían; de manera unánime, afirmado que no aceptarían esta medida; impopular entre muchos de sus adherentes, y amenazado si fuera necesario, con llevar este asunto ante el Tribunal constitucional; máxima instancia jurídica del país.
Alegando el respeto a las libertades, ciudadanos y partidos políticos ya habían lanzado acciones legales al comienzo de la pandemia para anular las medidas de confinamiento, la prohibición del consumo de alcohol y tabaco; así como la suspresión de reuniones religiosas.
Menos del 25% de los 59 millones de sudafricanos están por completo vacunados; una tasa por encima de otras partes de África; pero muy por debajo de la media global. Se han constatado tres millones de casos y unas 90.000 muertes.