Los equipos de rescate buscaban el martes supervivientes entre la devastación causada por un terremoto en la Isla Indonesia de Java que dejó 162 personas muertas, cientos de heridas y probablemente muchas atrapadas bajo los escombros.
El epicentro del terremoto del lunes, de magnitud 5,6 y de escasa profundidad, se detectó cerca de la ciudad de Cianjur; en la provincia de Java Occidental, la más poblada del país.
La mayoría de las víctimas murieron por el colapso de los edificios y desprendimientos de tierra. Algunas eran estudiantes de un internado islámico y otras quedaron sepultadas bajo los techos y paredes de sus casas.
«La habitación colapsó y mis piernas quedaron enterradas entre los escombros. Pasó todo tan rápido», dijo a la AFP Aprizal Mulyadi, estudiante de 14 años.
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Consiguió escapar gracias a su amigo, Zulfikar, que después moriría atrapado bajo las ruinas. «Me quedé devastado al verlo así, pero no podía ayudarlo porque mis piernas y mi espalda estaban heridas», explicó.
El operativo de rescate se veía entorpecido por las perturbaciones en las conexiones terrestres y en el suministro de energía en algunas partes de esta zona rural y montañosa.
El martes, decenas de socorristas usaban maquinaria pesada en la aldea de Cogenang para intentar despejar la carretera hacia Cianjur, que se había visto cortada por un desprendimiento de tierra.
Mientras los rescatistas sacaban bolsas de cadáveres de los edificios destruidos, la atención se centraba en hallar a supervivientes.
La agencia indonesia de gestión de desastres (BNPB) indicó en la noche del lunes que al menos 25 personas seguían enterradas bajo los restos de los edificios.
Aquellos que sobrevivieron acamparon al aire libre en una oscuridad casi total, rodeados por escombros, cristales rotos y grandes cascotes de hormigón.
– «No ha quedado nada en Indonesia» –
La agencia BNPB dijo que más de 2.000 casas quedaron dañadas y el gobernador de Java Occidental, Ridwan Kamil, indicó que más de 13.000 personas fueron trasladadas a centros de evacuación.
Los doctores trataban a los pacientes en el exterior en hospitales de campaña levantados improvisadamente después del terremoto, que se sintió en la capital Yakarta.
Familiares de luto esperaban que las autoridades les entregaran los cadáveres para enterrarlos siguiendo el rito islámico, mientras otros seguían buscando a sus seres queridos en medio del caos.
En un refugio en la localidad de Ciherang, cerca de Cianjur, los evacuados estaban sentados en lonas en medio de una fría mañana. Bebés y niños dormían bajo la atenta mirada de sus madres exhaustas.
Nunung, una mujer de 37 años que como muchos indonesios solo tiene un nombre, consiguió salir y sacar a su hijo de 12 años de los restos de su casa colapsada.
«Grité pidiendo ayuda, pero nadie vino a nosotros. Tuve que liberarnos excavando», dijo a la AFP desde el refugio, con el rostro todavía cubierto de sangre seca.
«No ha quedado nada. No hay nada que pudiera salvar excepto las ropas que llevamos», afirmó.
La devastación causada por el terremoto se agravó por una ola de 62 réplicas más pequeñas, con magnitudes de 1,8 a 4; que sacudieron esta ciudad de 175.000 habitantes.
Indonesia registra a menudo terremotos por encontrarse en el «cinturón de fuego» del Pacífico, punto de encuentro de placas tectónicas.
El país sigue marcado por el terremoto del 26 de diciembre de 2004, de una magnitud de 9,1, frente a las costas de Sumatra.
El potente temblor desencadenó un devastador tsunami que causó la muerte de 220.000 personas en toda la región, de ellas 170.000 en Indonesia, una de las catástrofes naturales más mortíferas jamás registradas.