Dominic Ongwen, alto comandante del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) de Uganda, fue declarado culpable por la Corte Penal Internacional de La Haya de un total de 61 crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos en el norte del país entre julio de 2002 y diciembre de 2005.
Entre sus delitos figuran "asesinato, tortura, esclavitud, atentados a la dignidad personal, saqueos, destrucción de bienes y persecución" perpetrados en el contexto de ataques contra campamentos de desplazados internos, además de "delitos sexuales y de género", entre ellos "matrimonio forzado, tortura, violación, esclavitud sexual, embarazo forzado" que cometió contra mujeres y niñas.
Ongwen también reclutaba a niños menores de 15 años en una brigada y los utilizaba "para participar activamente en las hostilidades". El juicio en su contra se inició en diciembre de 2016. La semana pasada, después de 234 audiencias, el tribunal concluyó que Dominic Ongwen es totalmente responsable de todos esos crímenes. La sentencia se dará a conocer más adelante.
El propio Ongwen pasó de ser una víctima del LRA a convertirse en uno de sus líderes. Nacido en 1975 en el pueblo de Kurum, fue secuestrado a la edad de 12 o 13 años por el grupo terrorista, fundado en 1987 por Joseph Kony.
Niños soldados
Durante décadas, los combatientes del LRA han acabado con la vida de más de 100.000 personas y capturado a más de 60.000 menores, muchos de los cuales luego se convirtieron en niños soldados que fueron entrenados en condiciones de extrema crueldad. Según los testimonios, los niños eran golpeados y en caso de desobediencia eran asesinados con brutalidad.
Cuando en 2005 la Corte Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra cinco líderes del LRA, incluido Dominic Ongwen, las autoridades estadounidenses prometieron una recompensa de 5 millones de dólares por información sobre su paradero. Debido a los conflictos internos entre este y el fundador de la organización, Joseph Kony, Ongwen permaneció detenido desde 2014 en un campamento del LRA en la República Centroafricana, desde donde huyó y se rindió ante las fuerzas especiales estadounidenses cercanas, que lo entregaron al Tribunal de La Haya.