Este domingo por la tarde el Papa Francisco salió del Vaticano para rezar por el fin de la epidemia del coronavirus en la Basílica de Santa María la Mayor y la iglesia de San Marcelo, ante la famosa imagen del Cristo milagroso que salvó a Roma de la peste.
“Esta tarde, poco después de las 16 horas, el Papa Francisco ha salido del Vaticano de forma privada y visitó la Basílica de Santa María la Mayor, para rezar a la Virgen Salus Populi Romani, cuyo ícono es custodiado y venerado allí”, indicó el director de la Oficina de Prensa del Vaticano en una declaración este domingo 15 de marzo.
“Sucesivamente, haciendo un trayecto en la Via del Corso a pie, como una peregrinación, el Santo Padre llegó a la Iglesia de San Marcello al Corso, donde se encuentra el Crucifijo milagroso que en 1522 fue llevado en procesión por los barrios de la ciudad para que termine la ‘gran peste’ en Roma”, indicó Bruni.
“Con su oración, el Santo Padre ha invocado el fin de la pandemia que golpea Italia y el mundo, implorando la curación para los muchos enfermos, ha recordado a las muchas víctimas de estos días, y ha pedido que sus familiares y amigos encuentren consuelo”, prosigue la declaración.
La intención del Papa, concluye Bruni, “también se dirige a los operadores sanitarios, a los médicos, a los enfermeros y a cuantos en estos días con su trabajo garantizan el funcionamiento de la sociedad. Hacia las 17:30 el Santo Padre volvió al Vaticano”.
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El diario Il Messaggero recuerda que en el siglo XVI hubo una grave epidemia de peste en Roma y el Cardenal Raimondo Vich promovió una solemne procesión penitencial para implorar la clemencia divina.
La procesión duró 16 días y los cronistas de la época señalan que, allí donde pasaba el Cristo, la peste se detenía.
Ante la actual emergencia del coronavirus en Italia, muchos en redes sociales han recordado el hecho y sugieren que nuevamente se realice la procesión, aunque esto vaya contra las normas dictadas por las autoridades civiles.
La Diócesis de Roma decidió el 9 de marzo la cancelación de todas las misas públicas de la Diócesis. De ese modo las iglesias parroquiales permanecen abiertas únicamente para la oración personal y, en casos concretos, la adoración eucarística y la administración del sacramento de la Confesión.
El 12 de marzo, la diócesis aprobó una nueva disposición por la que se cerraban las parroquias e iglesias de Roma, pero al día siguiente, se rectificó esa medida.