Al menos dos miembros de los equipos sanitarios que trabajan contra el brote de ébola en el noreste de la República Democrática del Congo murieron anoche a consecuencia de ataques de hombres armados, confirmaron hoy a Efe fuentes oficiales congoleñas.
Los ataques fueron dos, uno en la localidad de Biakato, en la provincia de Ituri, y el otro en Mangina, provincia de Kivu del Norte.
Rebeldes armados en el este de República Democrática del Congo mataron a personal que combatía el brote de ébola en la región, según dijo hoy el presidente de la Organización Mundial de la Salud, una escalada alarmante que podría frustrar los avances contra el brote. pic.twitter.com/Wf9wxSUmTj
— Meganoticias 19 GMV (@Meganoticias19) November 28, 2019
Hay, además, varios heridos y desaparecidos, por lo que el balance de víctimas aún es provisional.
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"Fueron sucesos que tuvieron lugar hacia la medianoche, casi al mismo tiempo, en Biakato y en Mangina. Lamentamos los decesos pero la cifra será peor porque hay varios desaparecidos", dijo a Efe en conversación telefónica Jean-Jacques Muyembe, coordinador general del Comité Nacional Multisectorial de la Respuesta contra el Ébola.
De los dos fallecidos, uno era un encargado de vacunación y el otro un conductor.
Muyembe recalcó que estos ataques no debilitarán los esfuerzos de la lucha contra el ébola, pero admitió que se debe trabajar en la seguridad de los puestos humanitarios, ya que a menudo son blanco de ataques.
Desde la Organización Munidal de la Salud también se enviaron mensajes de repulsa por los ataques de anoche.
"Ataques de grupos armados en las minas de Biakato y en Mangina, en RDC, han dado lugar a muertes y lesiones entre los trabajadores contra el ébola. Estamos desconsolados porque nuestros peores miedos se han cumplido", manifestó hoy a través de Twitter el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Este brote de ébola, que sacude las provincias de Kivu del Norte e Ituri desde agosto de 2018, ha dejado, hasta la fecha, 2.199 muertos y un total de 3.304 contagios.
Esas cifras lo convierten en el peor de la historia de la RDC y en el segundo peor del mundo, solo superado por la epidemia que sufrió África Occidental en 2014.
El control del virus, que se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, se ha visto muy complicado por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento y por la inseguridad en la zona afectada.
Allí operan más de un centenar de grupos armados y los trabajadores sanitarios se convierten a menudo en blanco de sus ataques.
Solo en la primera mitad de este año hubo casi doscientos ataques contra centros y equipos de respuesta que acabaron con la vida de al menos 7 personas, de acuerdo a datos de la OMS.
La propia ONU, a través de su misión en el país (denominada Monusco), admitió el pasado martes que tienen grandes dificultades para controlar la situación en el noreste de la RDC.
Ese mismo día, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) habían anunciado la evacuación de 76 de sus empleados de la ciudad de Beni dado el peligro en la zona.
En el lado positivo, la situación del brote de ébola vienen mejorando en las últimas semanas y las autoridades congoleñas son optimistas sobre que se podrá declarar su fin antes de que acabe este año.