Una mujer de 65 años ha estado a punto de morir por un arañazo de su gato siamés. La mujer le hizo una caricia mientras estaba en el jardín de su casa y la arañó en la mano. Enseguida se encontró muy mal pero no le dio ninguna importancia.
Pasó en Bristol (Inglaterra). La mujer, Shirley Hair, se mareó, tuvo dolores musculares y perdió el hambre pero pensaba que tenía gripe. La visitó el médico y le recetó antibiótico.
Al cabo de unos días, sin embargo, vio que se le había infectado el arañazo y que se le había extendido por todo el brazo que, además, se le había hinchado muchísimo. Fue entonces cuando decidió ir al hospital donde la operaron de urgencia para extraerle la parte infectada.
Un arañazo de su gato le provocó una infección que casi lo mata https://t.co/GZ0cBvxvIb #Rosario3 pic.twitter.com/rVBx5YO3As
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Las cosas se complicaron todavía más y sufrió una sepsis, una gravísima infección provocada por una respuesta fulminante del sistema inmunitario. El cuerpo libera sustancias químicas en la sangre para combatir la infección.
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También sufrió un choque séptico, una infección severa que se extiende por todo el cuerpo a través del torrente circulatorio. Además, tuvo insuficiencia orgánica, neumonía y fascitis necrotizante, una infección provocada por un insecto carnívoro que destroza los tejidos de la piel, según informa el diario inglés Metro.
Descubren que niño contrajo grave enfermedad mental tras sufrir el arañazo de su gatohttps://t.co/iholmtpF1O
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Ocho operaciones
La mujer se encontraba en estado crítico y los médicos decidieron inducirle el coma para que su cuerpo pudiera descansar mientras se recuperaba. Así estuvo durante cinco días. Después, continuó ingresada en el hospital Southmead de Bristol durante más de un mes. En total, la operaron ocho veces.
Injerto de piel
Shirley explica que durante unos cuantos días pensaba que se moría y no logra entender cómo un simple arañazo puede haber provocado todo este alboroto. Los médicos le tuvieron que hacer un injerto de piel de la parte superior de la pierna para tapar la extensa herida abierta que tenía en el brazo.
Finalmente, después de esta pesadilla, recibió el alta y pudo volver a casa con su marido. El gato, sin embargo, ya no vive con ellos. Se lo han regalado a su hija Zoe que se lo llevó a su casa.