“Rusia es una potencia tecnológica muy grande y no tenemos miedo. Estamos dispuestos a ayudar a todos los países de América Latina y a otras naciones en vías de desarrollo a garantizar su seguridad informática”, declaró Andréi Krútskij, el representante especial del presidente ruso para asuntos de cooperación internacional en el ámbito de seguridad de la información.
Según ha informado este jueves la agencia rusa de noticias Sputnik, después del foro Internacional de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), celebrado en La Habana (capital cubana) desde el 8 al 10 de este mes, el funcionario ruso dejó claro que la ayuda de Moscú en dichos aspectos está fuera de cualquier agresión o “injerencia” en sus asuntos internos.
El mencionado foro se realizó con la participación de 21 países y con el objetivo de promocionar la utilización de las TIC con fines pacíficos, así como fortalecer el papel rector de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la Unión internacional de Telecomunicaciones, en un diálogo entre Estados para alcanzar posiciones comunes de seguridad y mejorar la coordinación y cooperación.
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Una buena oportunidad para el desarrollo
De acuerdo con Krútskij, la revolución de las TIC es una buena oportunidad para equilibrar el desarrollo, pero “algunos quieren aprovechar este progreso para sus propios intereses”, algo a lo que Rusia se opone categóricamente.
En otra parte de sus declaraciones, el funcionario ruso señaló que, hasta el momento, Moscú ha enfrentado más de 70 millones de ataques cibernéticos desde el exterior, los que han sido superados con éxito. “Creemos que otros Estados también deben tener una protección cibernética como nosotros”, expresó.
Rusia, junto a China, está aumentando sus relaciones con los países latinoamericanos, sobre todo con Venezuela y Cuba, en distintos ámbitos, entre ellos los tecnológicos, económicos y militares, en medio de las políticas agresivas de EE.UU. contra ciertas naciones de la región.
Por su parte, Washington acusa a Pekín y Moscú de desafiar su influencia en América Latina, zona que considera su “patio trasero” y donde aplica políticas basadas en la doctrina Monroe.