Ha comenzado la “temporada de la circuncisión” en Filipinas, donde miles de niños se han sometido a este rito ancestral de paso de la niñez a la vida adulta, informa AFP.
Filipinas posee uno de los índices de circuncisión más altos del mundo. Casi el 90% de los varones han sido circuncidados por motivos no religiosos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta práctica suscita polémica en numerosos países donde sus detractores la equiparan al maltrato. Sin embargo, en Filipinas suele aceptarse.
El proceso consiste en cortar una porción del prepucio. Aunque existen diferentes tipos de circuncisión cuenta El Comercio, lo habitual es que el glande quede permanentemente al descubierto.
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“Es probablemente el criterio número uno de la virilidad”, ha declarado Joana Nobleza, que acompaña a su hijo Carlos, de 11 años. “Un niño tiene que estar circuncidado para que se le considere un hombre”.
En todo el país, el Gobierno y el personal médico transforman aulas, dispensarios o complejos deportivos en salas de operaciones improvisadas en las que los niños, a veces de apenas nueve años, puedan ser sometidos a la operación. Es tal la presión que en la lengua nacional, el tagalo, la palabra supot (no circuncidado) es un insulto y se usa para llamar a alguien cobarde. Supot significa “cobarde porque no ha tenido el valor de soportar el dolor y de superar el miedo”, afirma el profesor Romeo Lee, de la universidad de La Salle en Manila, quien ha investigado sobre esta tradición.
Países que practican la circuncisión
Se remonta a la llegada del islam al país en 1450, según el antropólogo Nestor Castro. Y, aunque Filipinas se convirtió al cristianismo tras tres siglos como colonia española, en la práctica ha perdurado como rito cultural.
Desde hace diez años esta práctica (frecuente en países musulmanes o judíos) está en el punto de mira debido a la creciente fuerza del movimiento anticircuncisión. Sus detractores la consideran inútil desde el punto de vista médico y una violación de los derechos del niño porque se lleva a cabo a una edad en la que el menor no puede dar su consentimiento con pleno conocimiento de causa.
La circuncisión, una violación a los derechos del niño
“Supongo que a los 18 o 19 años uno tiene la capacidad de informarse y de dar su acuerdo después de una reflexión meditada”, ha apuntado John Geisheker, portavoz de la ONG estadounidense Doctors Opposing Circumcision. “Pero es evidente que con ocho o diez años no es el caso… Es maltrato”, ha estimado.
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La OMS la recomienda en sus programas de lucha contra el sida en África porque se cree que reduce el riesgo de transmisión del virus.
En Filipinas, la ablación del prepucio tiene un significado cultural, afirma el antropólogo Castro. “A un niño circuncidado no se le trata más como a crío, sino que se le otorgan responsabilidades más adaptadas a un adulto”, ha declarado.
La operación cuesta entre 40 y 240 dólares cuando se practica en el hospital, el equivalente a un mes de salario de un obrero en Manila. Para las familias pobres el gobierno organiza sesiones colectivas gratuitas.