Bagdad (AFP) – En los últimos tres días, la mitad de los doce franceses transferidos desde Siria a Irak fueron condenados a muerte por haber formado parte del grupo Estado Islámico (EI), mientras que el gobierno francés anunció que sumaba esfuerzos para impedir su ejecución.
El martes fueron condenados Brahim Nejara, de 33 años, al que los servicios de inteligencia franceses acusan de haber facilitado el envío de yihadistas a Siria y Haram El Harchaoui (32 años).
El domingo y el lunes fueron condenados a muerte en la horca Kévin Gonot, Léonard Lopez, Salim Machou y Mustafpha Merzoughi.
Además, otros seis franceses trasladados a Irak desde Siria serán juzgados en los próximos días, donde cualquier individuo que se haya unido a una organización "terrorista" -haya combatido o no- puede ser castigado la pena capital.
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Todos los condenados tienen 30 días para recurrir el fallo.
"Estamos multiplicando las gestiones para evitar la pena de muerte" de esos ciudadanos, declaró el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Yves Le Drian, en la radio France Inter.
"Nos oponemos a la pena de muerte y lo decimos […] yo mismo le recordé al presidente iraquí, el presidente [Baram] Saleh, nuestra posición", agregó, sin aportar más detalles.
Jean-Yves Le Drian reiteró que el gobierno francés rechaza que sus ciudadanos que lucharon en las filas del EI regresen y sean juzgados en Francia.
"Esos terroristas, porque son terroristas que nos atacaron, también sembraron la muerte en Irak, deben ser juzgados allá donde cometieron sus crímenes", sostuvo.
"No le vamos a pedir al gobierno iraquí que sobresea esta condena a muerte, aunque, de momento, no hemos agotado todas las vías de recurso.Primero vamos a ver como se ejercen esas vías de recurso y luego tomaremos una decisión", subrayó el lunes la portavoz del gobierno francés, Sibeth Ndiaye.
El caso volvió a poner de actualidad un debate candente en Francia, sobre la espinosa cuestión de los yihadistas extranjeros: su vuelta a su país genera un fuerte rechazo entre la opinión pública pero, al mismo tiempo el Estado francés rechaza la pena de muerte.