Como pastor transgénero de una pequeña iglesia de Hong Kong abierta a todos, Marrz Balaoro quiere oficiar matrimonios religiosos entre parejas del mismo sexo, un combate que lo ha llevado ante un tribunal por miedo a ser detenido.
Pese al creciente apoyo al matrimonio entre personas de la comunidad gay en la excolonia británica -que en 1997 volvió bajo soberanía china- los activistas de los derechos LGBT tropiezan con la hostilidad de los sucesivos gobiernos pro-Pekín y de los conservadores religiosos.
El reverendo filipino Balaoro recurrió a la Alta Corte usando precisamente el mismo argumento que los opositores a la unión entre personas del mismo sexo, pero con el sentido contrario.
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Alega que la prohibición del matrimonio gay atenta contra la libertad de religión de su congregación, un derecho contemplado en la mini-Constitución de Hong Kong.
"Lo único que pedimos es que se nos autorice a practicar nuestra fe religiosa ante Dios, libres de toda persecución", afirma este pastor de 62 años.
El religioso, que trabaja en Hong Kong como empleado doméstico desde 1981, fue detenido en 2017 por presunta violación de las disposiciones legales sobre el matrimonio por haber celebrado “uniones santas” en la iglesia cristiana lesbiana, gay, bisexual, transgénero y heterosexual de la ciudad.
Esta iglesia, que se define como “cristiana ecuménica”, nació en Filipinas pero cuenta con una pequeña comunidad de fieles entre los empleados domésticos gays del territorio semiautónomo del sur de China.
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Estas “uniones santas”, en realidad una bendición, carecen de carácter legal y la fiscalía abandonó el procesamiento.
Pero pese a su insistencia, el reverendo no obtuvo garantías por escrito de que no será detenido si celebra “uniones santas” ,e incluso “bodas santas” consideradas por su iglesia como un “sacramento a ojos de Dios”.
Pidió a la justicia que diga que estas ceremonias no son ilegales por hallarse protegidas por la libertad de religión. Es consciente de que carecen de peso jurídico pero insiste en su importancia espiritual.
Los fieles "saben que es una celebración de su amor, del hecho de estar juntos. Son ceremonias "alegres".
Hong Kong no reconoce el matrimonio o uniones civiles entre personas del mismo sexo. Sin embargo una lesbiana británica consiguió el año pasado el derecho de vivir y trabajar en la ciudad junto a su compañera sentimental. Y una pareja de hongkoneses también recurrió a la justicia por considerar anticonstitucional la prohibición de las bogas gays.
Lo novedoso de la demanda de Marrz Balaoro es que se fundamenta en la libertad religiosa. Por su condición él debe oficiar bodas y además su iglesia estima que las relaciones sexuales deben limitarse al marco “sagrado” del matrimonio, alegan sus abogados.
La legislación limita “el rito religioso del matrimonio a las parejas heterosexuales monógamas” y por lo tanto es discriminatoria, prosigue.
El pastor Balaoro es originario de la provincia filipina de Abra. Nació niña y se llamó Marietta pero a los cinco años empezó a sentirse varón.
"Cuando era más joven, mis padres no consiguieron obligarme a ponerme vestido o falda hasta que fui a un colegio católico privado. Vestía pantalones cortos debajo de la falda y una camiseta debajo de la blusa y al salir de la escuela me lo quedaba", recuerda riendo.
Trabaja como empleado doméstico y es pastor desde 2013. En 2017 fue ordenado reverendo. Dejó de ir a la iglesia católica cuando era adolescente por haberse sentido discriminado, explica.
Cuando descubrió el eslogan de la LGBT (“se te acepta por lo que eres, puedes ser lo que eres con toda seguridad”) encontró su vocación, dice, la posibilidad de aliar fe y militancia.