Australia y Singapur acordaron hoy cooperar para combatir la violencia en las redes sociales y evitar la propagación del odio y la intolerancia en Internet, luego del ataque a dos mezquitas neozelandesas el pasado 15 de marzo.
Tras una reunión en Sídney, los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países indicaron que trabajarán para impedir el uso de las plataformas digitales con fines terroristas, según una declaración conjunta emitida luego del encuentro.
En conferencia de prensa posterior a la reunión, el canciller de Singapur, Vivian Balakrishnan, lamentó cómo los nuevos medios y la tecnología permiten promover el discurso del odio, lo cual supone una amenaza para la sociedad.
'Es necesario que las compañías de tecnología también asuman la responsabilidad. Tendrán que ser parte de la solución', afirmó el diplomático singapurés.
En ese sentido, la canciller australiana, Marise Payne, destacó que Singapur es un centro para las empresas de tecnología, por lo que debería colaborar en aras de disuadir a aquellos que buscan causarnos daño.
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Además, el país oceánico dijo que pedirá a Japón incluir la supervisión de las redes sociales como una prioridad para los debates en la próxima cumbre del Grupo de las 20 principales economías del mundo, que se reunirá en junio en la ciudad nipona de Osaka.
El ministro de Defensa de Singapur, Ng Eng Hen, también presente en la reunión, comunicó a la prensa que acordó compartir con el gobierno australiano información de inteligencia.
El pasado miércoles, Facebook anunció que prohibirá los elogios, el apoyo y la representación del nacionalismo y el separatismo blanco a partir de la próxima semana, porque 'estos conceptos están profundamente vinculados con grupos de odio organizados'.
La medida llegó dos semanas después de los ataques perpetrados en la localidad neozelandesa de Christchurch que dejaron un saldo de medio centenar de muertos luego de que el australiano Brentont Tarrant abriera fuego contra dos mezquitas y transmitiera en vivo la masacre por sus redes sociales.
Sin embargo, esa medida es considerada insuficiente y algunos gobiernos intentan por diferentes vías frenar la divulgación de sentimientos de odio en el mundo virtual.