“Pasará el resto de su vida aislado en un prisión de Nueva Zelanda”, declaró el Ministro de Relaciones Exteriores de este país, Winston Peters, en referencia al terrorista Brenton Tarrant, quién entró a las mezquitas Al Noor y Linwood en la ciudad de Christchurch, abrió fuego y mató a 50 personas e hirió a otras 40.
La mayoría de las víctimas de la masacre de Nueva Zelanda eran migrantes y refugiados de países como Pakistán, India, Malasia, Indonesia, Turquía, Somalia, Afganistán y Bangladés.
Tarrant, de 28 años de edad, se encuentra en una prisión de máxima seguridad en la ciudad de Auckland y afronta cargos múltiples de asesinato por la masacre perpetrada contra fieles musulmanes que acudieron a la oración.
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A una semana del ataque, la Organización de Cooperación Islámica (OIC, por su sigla en inglés) se reunió este viernes en Turquía para discutir al respecto, y tomas medidas para luchar contra el acoso a los musulmanes que permitan “erradicar las ideologías llenas de odio que llevaron a la terrible tragedia”, dijo el canciller.
El Gobierno de Nueva Zelanda ha tomado medidas estrictas de control de armas, ahora se prepara para “enfrentar la forma en que se usar las redes sociales para difundir el odio vil. Para el extremismo no hay raza, religión o color. Debe ser condenado, cualquiera que sea la forma que tome”, destacó Peters.
El ministro enfatizó que se llevará a cabo una investigación que contribuya a la prevención de ataques terroristas para provocar miedo y pánico, “para ser claros, en Nueva Zelanda el discurso de odio no es tolerado”.
Finalmente, celebró las muestras de solidaridad y apoyo en el mundo, que elevó su voz a favor de la tolerancia y compasión hacia la comunidad musulmana.