Poco se sabe de las dos víctimas de pederastia del cardenal australiano George Pell, identificadas solo como "J" y "R" en la documentación judicial y conocidos como "El chico" y "El niño del coro" en un libro sobre el prelado.
El cardenal fue condenado ayer a seis años de prisión después de que el pasado 11 de diciembre un jurado lo hallara culpable de cinco cargos de abusos sexuales cometidos en la catedral de St Patrick's de Melbourne en 1996, cuando las víctimas tenían 13 años.
"El chico" nunca estuvo interesado en aparecer en televisión. Sabía, como demandante de agresión sexual, que la ley le permitía no revelar nunca su identidad. Presentó la denuncia porque quería justicia", relata la periodista Louise Milligan en El Cardenal: Ascenso y caída de George Pell.
El libro se dejó de vender en el estado de Victoria en junio de 2017, cuando Pell fue acusado de pederastia por la Policía de ese estado, al igual que su edición digital.
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Cuando el juez Peter Kidd, del Tribunal de Victoria, levantó el 26 de febrero las restricciones que él mismo había impuesto y que impedían divulgar al público los detalles del caso, la editorial Melbourne University Publishing retomó su circulación.
Durante el proceso, la víctima y los testigos declararon por vídeo conferencia desde lugares secretos y el acceso a ellos fue prohibido por el juez para evitar, según dijo, que llenasen las primeras páginas de los diarios.
"Por favor no vengan a mi casa. Quiero proteger a mi familia y mis padres. No quiero que sean arrastrados al foco de atención", pidió en una carta a la prensa "El chico" tras conocerse el veredicto de culpabilidad.
Al margen de las vinculadas estrechamente con el proceso, Milligan es una de las pocas personas que tiene información sobre los dos menores abusados por Pell, quien es el máximo representante de la iglesia católica en ser condenado por pederastia.
"El chico", ahora un hombre de unos 35 años de mediana estatura de ojos marrones y pestañas rizadas, denunció los hechos después de que en 2014 su amigo, "El niño del coro", muriera por una sobredosis de heroína sin que sus padres ni su hermana supieran del abuso del que fue víctima.
Ambos habían sido reclutados por el prestigioso colegio St Kevin's, en donde gozaban de sendas becas de estudios a cambio de cantar en el coro, cuyos ensayos eran visitados por el entonces flamante arzobispo de Melbourne.
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Durante el juicio se conoció que un domingo después de oficiar una misa a finales de diciembre de 1996, Pell violó oralmente al demandante, tras haber abusado de un amigo.
El prelado, ahora de 77 años, también le ordenó que se bajase los pantalones y después le acarició los genitales y se masturbó durante unos minutos.
"Fueron arrastrados por el arzobispo Pell y él cerró la puerta y les hizo practicar el sexo oral", relató la madre de la víctima fallecida, que comenzó a consumir heroína a los 14 años y nunca tuvo un trabajo estable.
A diferencia de su amigo, "La vida de 'El chico' no se hizo trizas. Tiene estudios universitarios, no ha tenido problemas con la ley. Tiene una novia joven encantadora, muchos amigos, es un pilar de su comunidad de una manera discreta, un poco irónica y, en esa parte de su vida, es, me dijo, muy feliz", relata Milligan.
"Soy el muchacho bueno con el que casi todos pueden contar, pero mi salud mental cuelga de un hilo absoluto", le dijo "El chico" a la periodista de la cadena ABC en su primer encuentro en un bar de Melbourne.
"Cardenal" también detalla las acusaciones de encubrimiento contra Pell, además de una serie de denuncias de pederastia contra el prelado que se remontan a la década de 1960 en la localidad costera de Torquay y en los setenta en Ballarat, su ciudad natal.
En esa ciudad operaba una red de curas pederastas que se intercambiaron las víctimas, entre ellos Gerald Ridsdale, el clérigo más pedófilo de Australia y amigo de Pell.