MOSCÚ (AP) — A lo largo y ancho de Rusia, los devotos y atrevidos observaron la Epifanía cristiana ortodoxa con un chapuzón en las aguas heladas de lagos y ríos a través de hoyos que se hicieron en el hielo formado en la superficie.
La Epifanía celebra la revelación de Jesucristo como la encarnación de Dios mediante su bautismo en el río Jordán, el cual se ha secado y ensuciado de una manera significativa. Sin embargo, algunos feligreses siguen bañándose en sus aguas en el marco de la celebración.
Los creyentes rusos imitan el bautismo ingresando en el agua y sumergiéndose tres veces la noche anterior a la Epifanía o en ese día festivo del 19 de enero. Muchos hacen la señal de la cruz, mientras que otros se tapan la nariz.
El ritual es observado por sacerdotes que han bendecido el agua. También hay personal de emergencias cerca en caso de que alguien sufra algún problema de salud por la agitación provocada por la inmersión en el agua helada.
Te puede interesar: Compañía de cruceros vetó a un pasajero que se lanzó desde un balcón y se hizo viral
El ritual surgió después de aparecer otra tradición, la de echar la buenaventura en el período entre la Navidad (el 7 de enero) y la Epifanía (el 19 de enero), lo que se considera un pecado por la Iglesia Ortodoxa. Zambulléndose en el agua fría, los pecadores intentaban 'purificarse', explica el sacerdote.
"Los agujeros en el hielo, a su vez, se hacían para sacar agua a falta del agua corriente en las casas, y nadie nunca se bañaba en estos. La Iglesia también se pronunció en contra de la tradición ya que daña el cuerpo y la salud, y además es solo una superstición", continúa.
Lo que sí se puede hacer para obtener la bendición es guardar ayuno estricto en vísperas de la Epifanía, llegar a una misa festiva y llevarse una botella de agua bendecida por un sacerdote que sí tiene propiedades positivas y se toma en ocasiones complicadas, en caso de enfermedad o algún peligro.
El religioso destaca que el ritual es peligroso y no trae ninguna bendición aunque sí cuenta con el apoyo de los medios de comunicación y se ha difundido bastante en la última década.
"La gente lo percibe como 'pasatiempo invernal', un tipo de 'deporte extremo ortodoxo'. Se puede saltar en paracaídas o bañarse en el agua helada. Además, es un tipo de 'antimisión' para los médicos y empleados del Ministerio de Emergencias que miran cómo la gente se enferma. Lo más peligroso es bañar a los niños cuya regulación térmica aún no funciona bien", destaca.