Al día siguiente del paso de Mangkhut por Filipinas las autoridades han confirmado la muerte de al menos 59 personas y buscan a una decena de desaparecidos, mientras los equipos de rescate logran acceder a áreas remotas azotadas por el que ya se considera el mayor tifón de la temporada.
Según los últimos datos recopilados por la Policía Nacional filipina, se han confirmado 59 fallecidos, 16 desaparecidos y 47 heridos a causa del tifón, bautizado Ompong en Filipinas.
La mayoría de estas muertes se produjeron a causa de deslizamientos de tierra en las zonas montañosas que recibieron las lluvias torrenciales y fuertes vientos que arrastró Mangkhut a su paso ayer durante unas diez horas por el norte de la isla de Luzón, en el extremo septentrional del país.
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, visitó hoy las provincias afectadas de Cagayan e Ilocos, donde realizó una "inspección aérea" para evaluar los daños y se reunió con las autoridades regionales y nacionales para discutir el plan de respuesta al desastre.
"Comparto mis condolencias con quienes han perdido a sus seres queridos", dijo el mandatario filipino en una comparecencia televisada en directo en la que aseguró que el gobierno está haciendo todo lo que está en sus manos para "volver a la normalidad lo antes posible".
Está previsto que Duterte visite mañana la región de Cordillera, donde el saldo de víctimas es de momento el más elevado, con 49 fallecidos y 13 desaparecidos.
En la región de Cagayan se han confirmado siete muertes, además de una en Luzón Central, una en Ilocos y otra en Manila.
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En Cordillera una familia de seis miembros murió cuando su casa en la ciudad de Baguio quedó enterrada por un desprendimiento de tierra; y en Nueva Vizcaya (Cagayan) un hombre de 36 años y tres de sus hijos -uno de dos años y otro de ocho meses- fallecieron en las mismas circunstancias mientras el resto de su familia estaba en un centro de evacuación.
En el pequeño municipio minero de Itogon, región de Cordillera, una avalancha de tierra arrasó cuatro barracones donde vivían los mineros, causando al menos 33 muertos, aunque las autoridades temen que la cifra de víctimas pueda alcanzar el centenar mientras continúa la búsqueda de desaparecidos.
El asesor presidencial Francis Tolentino, designado por Duterte para supervisar la respuesta al desastre, subrayó que se espera finalizar hoy las tareas de búsqueda y rescate para poder empezar mañana las labores de rehabilitación, con el objetivo de restaurar la electricidad y las comunicaciones.
Más de 130.000 personas permanecían hoy todavía en los centros de evacuación habilitados por el gobierno y unos 15.000 se encontraban refugiados en viviendas más seguras de familiares, según los últimos datos ofrecidos por el Centro Nacional de Reducción de Desastres.
A pesar de las dificultades de acceso la ayuda internacional ya ha comenzado a fluir, en concreto 20.000 sacos de arroz del Programa Mundial de Alimentos; además de 570.00 dólares (490.000 euros) donados por Australia en artículos de primera necesidad para unas 25.000 personas que serán distribuidos por Cruz Roja.
El paso del temporal, el peor que golpea Filipinas desde el supertifón Haiyan en 2013, ha causado por el momento más de 250.000 damnificados de manera directa, según ese organismo oficial, aunque más de 5 millones de filipinos viven en las zonas que sufrieron el embate del Mangkhut.
Antes del paso del tifón, el Gobierno filipino designó más de 30 millones de dólares (unos 27 millones de euros) para la respuesta de emergencia.
Tras tocar tierra en la localidad de Baggao, en la costa nororiental del país, ayer sábado a la 01.40 hora local (17.40 GMT del viernes), Mangkhut arrastraba vientos de hasta 305 kilómetros por hora, lluvias torrenciales y provocó olas de hasta seis metros.
En su trayectoria hacia el oeste, el tifón se fue debilitando ligeramente y abandonó el área de responsabilidad de Filipinas ayer en torno a las 21.00 hora local (13.00 GMT) con rumbo a Hong Kong (China) con vientos de entre 120 y 170 kilómetros por hora.
Fuente: EFE