Una anciana japonesa sorprendió a sus médicos cuando descubrieron que su vagina estaba cerrada, y que solo se le podía ver un pequeño orificio por donde orinaba.
La mujer visitó al doctor, para su chequeo de rutina, al cual le contó que llevaba mucho tiempo en esa condición, y que no le pareció raro, pues no sentía ningún problema para ir al baño salvo que se demoraba un poco al orinar.
Luego de la revisión, descartaron todas las causas posibles por las que se ocasionó esto, pero llegaron a la conclusión que esa reacción era por la ausencia de actividad sexual.
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El ginecólogo Elvio Floresti afirmó que los labios vaginales se pueden "sellar" como consecuencia de la falta de producción de estrógeno en el cuerpo, el cual comienza a disminuir cuando empieza la menopausia.
Floresti afirmó que el estrógeno es la hormona que está vinculada con la reproducción, por lo que desaparece al terminar la menstruación.
Asimismo, subrayó que este hecho es muy común entre mujeres de edad avanzada ante la ausencia de penetración el canal vaginal.
No obstante, se debe "destruir el mito de que los ancianos no tienen interés en el sexo y que, si lo tienen, son obscenos, como si no fuera acaso normal y correcto para todos tener relaciones íntimas hasta el final de la vida".
Esta es una de las ideas que defiende el gerontólogo y geriatra estadounidense Robert N. Butler, director del Instituto Nacional del Envejecimiento de EE.UU. y presidente del primer departamento de Geriatría de la Mount Sinai School of Medicine Nueva York.
A medida que uno envejece, dice Butler, se adquiere "el segundo lenguaje de la sexualidad" y el egoísmo juvenil se transforma a menudo en "un mayor sentido lúdico, en más expresividad y amabilidad".
