Turistas españoles y latinoamericanos atrapados por el volcán de Bali

Karangasem (Indonesia), 29 nov (EFE).- Turistas españoles y latinoamericanos respiran hoy aliviados, tras la reapertura del aeropuerto internacional en la isla indonesia de Bali, después de más de dos días cerrado por las continuas erupciones del volcán Agung.

Entre los afectados se encuentra la española Jessica Bassola, que trabaja en el laboratorio de biología molecular de un gran hospital de Barcelona y que viaja junto a su novio, Sergio Espin.

Bassola y Espin llevaban "ahorrando varios años", cuentan, para unas "vacaciones soñadas" que han tenido un final "apoteósico".

Como muchos turistas varados en Bali, la pareja se encontró con el vuelo de vuelta cancelado tras el cierre el lunes del aeropuerto internacional Ngurah Rai, en Denpasar, debido a la nube de ceniza desprendida de la actividad volcánica y que amenazaba la seguridad del transporte aéreo.

"Asusta más la vuelta al trabajo que el volcán", dice Bassola a Efe en una conversación telefónica, tras indicar que, al igual que muchos otros pasajeros con el mismo problema, busca alternativas para llegar a Yakarta y regresar desde allí.

La pareja se aloja a diez minutos del aeropuerto y afirma que allí no han sentido temblor alguno.

Sin embargo, otros turistas han visto más de cerca los efectos de los movimientos del Agung.

La española Marina Masó, de 28 años, trabaja en turismo y ha venido a hacer un curso de instructora de yoga en la playa de Cucukan, en el sureste de la isla, una zona afectada por la nube de ceniza.

"Estamos a 30 kilómetros del volcán, nos llega la ceniza y llevamos mascarillas", relata Masó a Efe mediante mensajes de texto.

"Casi todas hemos tenido jaquecas estos días y pican los ojos, como si hubiera mucho polvo. Se forman capas de ceniza por el suelo, no es un ambiente muy 'yóguico', la verdad", añade.

Masó, que trabaja en el sector turístico en España, dice que va a intentar adelantar su regreso, programado para el 12 de diciembre, porque, en su opinión, "la situación irá a peor" y luego será más difícil abandonar la isla.

Una de las preocupaciones de esta estudiante de yoga es aclarar a su familia que no existen "posibles tsunamis", tampoco "bloqueo y evacuación masiva" de toda la isla, y que los temblores no son peligrosos.

"Sí que preocupa una erupción mayor. Para todos los habitantes de la zona cercana al volcán, las consecuencias climáticas y cómo podría afectar a animales y vegetación, y si hablamos de turismo, ni te cuento", indica Masó.

Otro de los afectados es el ingeniero industrial argentino Elías Sánchez, de 28 años, que ha planeado un viaje de varios meses por Asia.

Sánchez vio su vuelo a Hanoi cancelado el lunes y asegura que, a pesar de conocer el estado de alerta de erupción del volcán, no imaginaba que le ocurriría el día antes de su viaje.

Él no ha sentido los temblores de la actividad volcánica y mantiene que los balineses no le dan mucha importancia.

"Continúan con sus vidas normalmente. La zona afectada que se encuentra comprometida queda en un radio de 10 kilómetros alrededor del volcán", afirma Sánchez, quien está en el suroeste de la isla, a 80 kilómetros del volcán, en la playa de Canggu.

Los turistas con los vuelos cancelados tuvieron que decidir entre esperar a la reapertura, como ha ocurrido hoy, o intentar salir de la isla en transbordador para embarcarse en los aeropuertos de Surabaya y Banyuwangi, en el este de Java, ambos operando al máximo de su capacidad.

La alerta de erupción del Agung se elevó al máximo entre el 22 de septiembre y el 29 de octubre, se rebajó después y volvió al mayor nivel el lunes pasado, cuando se cerró el aeropuerto y decenas de miles de turistas se quedaron sin vuelos, con la incertidumbre compartida de no saber hasta cuándo.

"En principio, ya tenemos vuelo para mañana por la tarde", afirma contenta Bassola tras el anuncio de la autoridad aeroportuaria.

Bali es el principal destino turístico de Indonesia, con una afluencia anual que ronda los 5,4 millones de visitantes extranjeros.

La actividad del Agung ha costado, por ahora, a la industria turística balinesa unos 1.241 millones de euros.