Los peregrinos birmanos, que llegaron en masa a Rangún para la visita del papa Francisco, transformaron el cemeterio de la iglesia de San Francisco de Asís en un campamento donde todos juntos rezan por la "paz" en una Birmania sacudida por los conflictos.
Entre ellos está Zaw Ba, de 52 años, que durante dos días recorrió cientos de kilómetros en tren desde las montañas en el Estado de Kachin, región del norte donde vive una importante comunidad cristiana, principalmente bautista.
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Vino a rezar por la "paz", tanto en el oeste del país, marcado por el éxodo masivo de los musulmanes rohinyás, como en Kachin, donde una rebelión étnica independentista se enfrenta al ejército desde hace décadas.
"El ejército birmano sigue lanzando ataques en Kachin", afirma, explicando que muchos de sus habitantes viven desde hace años en campos de desplazados y no pueden regresar a sus aldeas debido a los combates.
En Birmania no se critica al ejército a la ligera: dos miembros de la Iglesia bautista fueron condenados a varios años de cárcel en octubre por apoyo a la rebelión étnica.
Habían sido detenidos en diciembre de 2016 tras hablar a periodistas sobre una iglesia alcanzada por los disparos de los militares en el vecino estado de Shan.
Pero Zaw Ba, minero de jade como numerosos habitantes de esa región rica en esta piedra preciosa, espera mucho del encuentro entre Francisco y la líder del país y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.
"Quiero que el papa le pida a Aung San Suu Kyi que traiga la paz", dice mientras pliega su cama improvisada entre la tumbas para acudir a la oración de la mañana, con un grupo de monjas vestidas de blanco que cantan en torno a un piano eléctrico.
Sin casi mil los peregrinos que duermen en las instalaciones de esta iglesia, varias decenas de ellos en el pequeño cementerio junto al edificio de ladrillo rojo por falta de espacio en su interior.
De todo el país
Como Zaw Ba, católicos procedentes de todo el país llegaron a Rangún para asistir a la misa del miércoles, en la que se espera a unas 200.000 personas.
Con la apertura del país en 2011 tras décadas de aislamiento bajo la junta militar, Birmania vivió un levantamento de las restricciones religiosas… y un aumento de las tensiones interconfesionales.
Con poco más de 1% de los 51 millones de habitantes, los cerca de 700.000 católicos de Birmania son ultraminoritarios en estas tierras donde el catolicismo echó modestamente sus raíces desde la llegada de los primeros misioneros a partir de los siglos XV y XVI.
Los católicos, y los cristianos en general, víctimas durante mucho tiempo de discriminaciones bajo la junta, esperan que esta visita, la primera de un papa a Birmania, haga avanzar los derechos de todas la minorías, más allá del drama de los musulmanes rohinyás, víctimas según la ONU de una "limpieza étnica".
Fumando un cigarrillo y vestido con la falda tradicional birmana, el padre Jacob, sacerdote de San Francisco de Asís, pide que se dé tiempo a Aung San Suu Kyi para solucionar los conflictos étnicos.
Y está seguro de que durante su visita el papa "pedirá que todos nos amemos, como hermanos y hermanas".